Foto: Second Head's Journal
Con tantas distracciones a la mano, perder el tiempo es algo muy fácil, y a veces pasa de manera inadvertida. Quienes trabajan con aplicaciones basadas en red a menudo se distraen con temas relacionados a su trabajo, pero que no necesariamente ocupan un lugar prioritario: se ponen a leer correos, responden peticiones y hacen cosas que se resuelven por esa vía. Es quizás la forma más natural de perder el tiempo dentro de ese ámbito.
El teléfono -sea celular o de escritorio-, el messenger -sea interno o de otra índole-, compañeros de trabajo que vienen con peticiones, incidentes de índole personal. Todo esto forma parte de las interrupciones que se dan a lo largo del día en una oficina cualquiera. A menudo una persona se programa para terminar ciertas tareas pendientes y llega con esa resolución hasta su oficina. Sin embargo, en cuanto se dispone a ello, se enfrenta a tantas distracciones que la hora de salida le sorprende sin haber avanzado la gran cosa.
Esto de perder el tiempo sobre todo ocurre cuando no hay motivación para hacer el trabajo, ya sea porque el salario resulte insatisfactorio, porque impere el desorden o simplemente porque se está cansado. Bajo esas circunstancias, cualquier cosa se convierte en la excusa perfecta para darle larga al trabajo que debe realizarse. Un ambiente poco motivado lleva precisamente a estas cosas.
Para algunos, perder el tiempo es su modo operandi, tanto así que no le dan mente a eso. Sin embargo, perder el tiempo tiene consecuencias nefastas a través del tiempo, y con tantos elementos de distracción a la mano, a veces es difícil darse cuenta de ello a tiempo. Se hace necesario analizar la situación y hacer un re-enfoque para evitar que la pérdida de tiempo nos consuma a todos.
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