Imagen: Mayo Road Safety
Volarse semáforos en rojo, tomar calles y avenidas en vía contraria, "robarse" un pedacito, crear un carril adicional y doblar desde el carril equivocado son algunas de las gracias que hacen los dominicanos mientras conducen. Estas hazañas ocurren de día, de noche, e incluso bajo las narices de las autoridades, que a veces rompen sus propias reglas, como el otro día que un AMET tomó el paso a desnivel de la 27 con Máximo Gómez en motor (dice un letrero que eso está prohibido).
Queda clarísimo que el dominicano se ha acostumbrado a la idea de que puede hacer y deshacer a sus anchas y aún así salirse con la suya, idea que viene reforzada porque en efecto se violan innumerables leyes y nada pasa. Que se cojan la acera para vender ropa o reparar gomas no es nada, que se tire basura en las calles no es nada, que alguien se robe un pedazo de calle tampoco es nada.
A tal grado se está tan acostumbrado a hacer lo que venga en ganas en este país que el otro día tuve un incidente de lo más absurdo. Al parqueo de Acrópolis, donde la entrada y la salida están claramente delimitadas y señalizadas con letreros y flechas, iba yo entrando después de coger mi ticket cuando una enorme camioneta se me venía encima, en sentido equivocado a como indica la flecha. Estando frente a frente le toco bocina, pues no dejaba pasar a los que teníamos el legítimo derecho de seguir. En respuesta a la bocina, me encendió las luces (vaya amenaza tan ridícula), y yo hice lo mismo (de hecho, se las puse altas).
Cinco minutos después seguíamos ahí los dos, frente a frente, ninguno dispuesto a ceder. Detrás de mi empezaron a acumularse vehículos recién llegados cuyos conductores, desesperados por una demora tan absurda, también tocaron sus bocinas. El conductor de la camioneta fue tan terco que en vez de desistir aprovechó un huequito mínimo para parquearse donde quería, casi rayándome el lateral derecho del vehículo.
Queda comprobado con esta historia que la mayoría de los conductores dominicanos no piensa y se cree con un derecho divino de hacer lo que le dé la gana, aún cuando esté mal y no tenga la razón.
¡Qué caballos son! Eso sí que cuando pisan NY se les quita esa vagabunderia.
ResponderEliminarYa lo sabes!
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