Una ciudad incómoda

Una ciudad sin parqueos, ¿cómo sobrevive? ¿Acaso esta tendencia a no hacer parqueos forma parte de la visión del "Nueva York chiquito"? Si es así, se ha fallado en un elemento fundamental: aquella ciudad -NY- cuenta con un subway que es usado por todos, sin importar clase social, y que llega a prácticamente todas partes. Aquí, en Santo Domingo, tenemos un caótico sistema de transporte público y un Metro que aún no arranca del todo.

Por razones diversas, desde el mal estado y escasez de las guaguas de la OMSA hasta la grosería de choferes de las chatarras que dizque dan servicio de transporte público, todo aquel que puede prefiere meterse en un lío y comprarse un carro, y en parte es la razón por la que hay tantos tapones a cualquier hora. Por un asunto de cultura, difícilmente la gente de clase media a clase alta se monte en una OMSA o en un carro de concho, de ahí que las "guaguas ejecutivas", con todo y que estaban dotadas de aire acondicionado, fracasaran.

De vuelta al tema de los parqueos, no se justifica bajo ninguna circunstancia que los negocios se instalen y no contemplen un área para estacionamiento. Esta es la realidad en restaurantes, tiendas, bares, centros médicos y oficinas públicas. De los pocos sitios con estacionamiento se mencionan bancos y plazas comerciales, y a veces en estos casos resultan insuficientes.

Salir a divertirse muchas veces se convierte en un dolor de cabeza por la falta de parqueos. ¿Dónde lo dejo? ¿Y si me lo roban/rallan/chocan? ¿Y si me asaltan de camino? Restaurantes, cafés y bares de moda tratan de suplir la falta de parqueos con servicios de "valet parking" pero llo no soluciona el problema ni remotamente, pues la mayoría de las veces lo que hacen es parquearlo en la misma calle, sin el menor cuidado.

¿Quién regula el asunto de los parqueos, o es que nadie se mete en eso? Si fuera ese el caso, entonces llegó la hora de legislar sobre este tema, porque Santo Domingo es una ciudad sumamente incómoda para hacer hasta la mínima diligencia, y en parte es porque en cada calle, incluso en avenidas, hay carros parqueados a ambos lados, aparte del riesgo que es dejar el carro botado en cualquier hoyo porque el establecimiento que se visita no tuvo la decencia de proveer estacionamiento a su clientela.