Hoy se celebra el 170 aniversario del natalicio del general Gregorio Luperón, la figura más destacada de la guerra de la Restauración, un patriota comprometido con una República que al parecer contaba con más enemigos que amigos, y que aún al día de hoy sigue estando así.
La Guerra de la Restauración, que empezó con el Grito de Capotillo el 16 de agosto de 1863 para culminar casi dos años después, fue la respuesta de un grupo de patriotas creyentes en los ideales de libertad y soberanía de los trinitarios a la barbarie cometida en marzo de 1861 por el entonces presidente Pedro Santana, quien logró la anexión a España a cambio del título "Marqués de las Carreras" y otras concesiones que al final no resultaron como se esperaba.
El motivo expuesto por Santana es que la República Dominicana necesitaba de la protección de España porque Haití representaba un constante peligro. Al lograr la anexión, Santana dio al traste con la independencia lograda en 1844, y, como suele suceder, todo aquel que estaba opuesto a la idea fue exiliado y rebatido, justo como sucedió con Luperón y otros héroes de la Restauración.
Al final se impuso el fervor patriótico de Gregorio Luperón, José Cabrera, Benito Monción, Pedro Antonio Pimentel, Gaspar Polanco y otros héroes de la gesta restauradora, quienes llevaron a cabo la tarea iniciada por Francisco del Rosario Sánchez, José Contreras y Cayetano Germosén, los tres fusilados en 1861 al tratar de restaurar el orden.
Se trata de una historia interesante. Lo penoso es que hoy casi nadie se recuerde de estas personas, ni de sus actos ni de lo que representan. Apenas se toma en cuenta el 16 de agosto de cada año para conmemorar la Restauración, y es más una imposición que otra cosa.
Comentarios
Publicar un comentario
Este blog no acepta vulgaridades. Modérese antes de comentar.