La gente todo lo daña

Imagen: Technorati

La gente es una cosa seria. Por mucho que se hable de ética, modales y moral, tal parece que el ser humano como tal está programado para ser lo contrario. A veces da la impresión de que es más fácil y más gratificante hacer lo mal hecho, actuar de manera irresponsable, no pensar en consecuencias y, en general, cortar pasos por donde se pueda.

Así, por ejemplo, en medio de un examen la mayoría de los estudiantes busca la forma de hacer trampa, y técnicas para ello abundan, desde lo rudimentario hasta lo tecnológico, y es por eso que en algunos lugares prohíben teléfonos y demás aditamentos. A nivel profesional, hay trampas de otra clase: gente que roba ideas y las presenta como suyas, gente que escala posiciones en base a favores diversos y gente que logra lo suyo enlodando reputaciones.

Visto de manera superficial, no hay una cosa más falsa que la gente, con todo y que por lo general se muestran sonrientes y complacientes. Detrás de esas sonrisas muchas veces se esconden planes maquiavélicos que, según se ejecuten, pueden surtir su efecto más temprano que tarde. Cualquiera que se haya enfrentado a ambientes laborales altamente competitivos ha pasado por esto y sabe lo desagradable que es. Muchas veces el detonante de eso es algo tan sencillo y común como la envidia, porque al parecer poca gente es capaz de alegrarse genuinamente por los logros de los demás.

Pero no hay que ir tan lejos ni tan profundo para darse cuenta de que la gente ciertamente todo lo daña. ¿Cómo es que dentro de una misma ciudad hay sectores buenos y malos? La respuesta es simple: la gente, y podrá argumentarse que los sectores "malos" lo son porque imperan la pobreza y la marginalidad. Pero fuera de esas condiciones, ¿no se supone que la gente tiene la capacidad de pensar y actuar de una manera que tienda a disminuir esas desventajas? Si la gente se dedicara a otra cosa que no sea beber y vagabundear, y uniera esfuerzos, probablemente esos sitios "malos" dejen de serlo.

Una playa, un río, un lago, un arroyo, un bosque. Todos esos sitios se mantienen en perfectas condiciones hasta que llega la gente e invade esos lugares, dejando un rastro de basura y maltratos que con el tiempo se hacen muy visibles. Eso explica por qué en los lugares donde no hay gente las cosas se mantienen bien, y aplica sobre a todo a países como este, donde la gente ha perdido la noción de lo que es saber comportarse y respetar el ornato, la limpieza y la naturaleza.

Pero la prueba definitiva de que la gente es el problema se observa en las calles, entre los conductores. ¿Qué necesidad hay de irse en rojo, de coger calles contrarias o de bloquear el tránsito solo porque sí? Ninguna. Es simplemente que la gente, a no ser que sea sometida a la fuerza, siempre buscará la forma de dañar las cosas o acomodarlas a sus intereses.