¿Cómo olvidar las enseñanzas de un hombre como Don Juan? Toda una vida de ejemplos en cada acción con todos los que le rodeaban, siempre preocupado por la formación de cada quien. ¿Cómo olvidar aquel día en que llevé a mis dos hijos Igmar y Omar a la Plaza España donde se encontraba Don Juan en su acostumbrada mecedora? Allí lo vimos.
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Me acerqué con mis hijos tomados de la mano y le saludé. A seguidas, él colocó su mano derecha sobre la cabeza de uno y otro niño, al tiempo que me preguntaba si ya estaban estudiando. Respondí que sí, y mientras estuve a su lado, continuamente me pedía que no descuidara la educación, que esa era la la esperanza de sacar el país hacia adelante.
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Su entrega y pasión por la educación y la cultura de su pueblo lo colocan a la altura de los grandes de las letras Hispanoamericanas. Ojalá permanezca por muchos años mas en la memoria colectiva de los dominicanos el espíritu de sus enseñanzas.
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