Ah, los parqueos. Talón de Aquiles de bares, restaurantes, cafés, bancos, oficinas públicas y tiendas, donde la mayoría de las veces son inexistentes. En el mejor de los casos, los parqueos resultan insuficientes, incluso para los propios empleados de esos establecimientos, sin importar que sean públicos o privados.
Cuando los parqueos son escasos, como suele ser el caso, los mismos se convierten en una suerte de privilegio para el personal de cierto nivel: directores, encargados de área y gerentes, por solo mencionar algunos ejemplos. Si bien hay departamentos de logística en las empresas para lidiar con este tipo de cosas, siempre hay par de mañosos que se cuelan a estos parqueos -sin contar con la autorización debida-, lo que trae problemas a los usuarios legítimos de los parqueos.
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Los parqueos son tan escasos y demandados en esta ciudad que hay toda una legión de oportunistas que le sacan provecho a la situación. A menudo un parqueo se convierte en motivo de disputa, pues con tan solo unos $$$$ la gente que está llamada a preservar el orden permite que gente no autorizada se estacione en un lugar reservado.
La gente es demasiado mañosa. Con tan solo decir "yo soy don Fulano" o "soy el hijo de Zutano" ya tienen derecho a disponer a su antojo de los parqueos de un lugar. Y cuando el usuario legítimo llega, no le queda más remedio que irse a otro lugar. ¿Es justo esto?
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En la imagen: El conductor de esta yipeta no solo se cogió mi parqueo, sino que se estacionó mal.
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