Fotos: Reuters
Protestas y represión en Libia, terremoto en Nueva Zelanda. Estas son las dos noticias de más impacto a nivel internacional, y si bien la naturaleza de cada una es bastante diferente, en ambos casos ha habido víctimas mortales.
Lo de Libia no es más que la continuación de una revuelta en el mundo árabe que empezó en Túnez y que se ha extendido rápidamente hacia otros países, con Egipto como el escenario victorioso más reciente. Yemén, Bahrain e Irán han tenido protestas en los últimos días, pero nada como Libia, donde se habla de más de 300 muertos como resultado de la represión impuesta por el sector oficial, cuyo líder, Gaddafi, se ha mostrado desafiante.
Tras rumores de que había escapado a Venezuela, Gaddafi hizo una breve aparición en televisión donde dejó claro que jamás abandonará Libia y que peleará hasta el último momento. De paso acusó a "enemigos" de estar detrás de las revueltas que le exigen abandonar el poder. Para aumentar la tensión, varios embajadores libios han renuciado a sus posiciones y se han aliado a los manifestantes. Por su parte, Gaddafi parece haber respondido con la contratación de mercenarios extranjeros (!).
Pasando a Nueva Zelanda, lo ocurrido en Christchurch es lamentable. Edificios colapsados, la catedral semi destruída, calles hundidas, cientos de personas atrapadas bajo los escombros y al menos 65 muertos, cifra que se estima aumentará en la medida en que avancen los trabajos de rescate. El responsable del caos es un terremoto de 6.3, secuela de uno de 7.1 que afectó al país en septiembre pasado, con la diferencia de que en ese entonces no hubo víctimas fatales.
Además de que había estructuras de por sí debilitadas por ese terremoto de septiembre, y que la ciudad se encontraba aún en reconstrucción, la diferencia en esta ocasión es que el epicentro estuvo muy cerca del centro de la ciudad, y fue superficial, lo que hizo que su impacto fuera aún más fuerte.
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