Foto: Flickr (jalalspages)
8:00 de la noche. Se va la luz. 30 minutos después, regresa... para irse nuevamente a los 15 minutos. Justo a los 15 minutos, vuelve la luz, pero su duración es efímera, apenas de unos 20 minutos.
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El panorama aquí descrito sucedió anoche en Gazcue, donde se perdió la cuenta de las veces que se fue y volvió la luz en un plazo de aproximadamente 8 horas. Las interrupciones frecuentes no solo irritan, sino que tienen el potencial de dañar electrodomésticos que se encontraban en uso al momento del apagón. Computadoras, televisores, abanicos, neveras, aires acondicionados, lámparas, UPS, todo eso se resiente cuando la electricidad se comporta de manera inestable.
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Sinceramente, no se sabe qué es peor, si aguantar un largo apagón de horas o someterse a la tortura de recibir mini apagones -sin previo aviso- a lo largo del día y la noche. Ninguna de estas situaciones es aceptable, pero la triste realidad es que en República Dominicana los apagones son algo tan inevitable como la muerte y los impuestos.
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¿Tendrán las compañías distribuidoras de electricidad idea del daño que hacen a los electrodomésticos las interrupciones al servicio, sean estas de corta o larga duración? Peor aún es el daño que se le hace al usuario, sobre todo cuando este paga religiosamente costosas facturas por un servicio que es para nada satisfactorio.
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