Todo por la belleza. Esa parece ser la filosofía que impera en estos tiempos de falsas promesas estéticas por parte de compañías y clínicas que se hacen de un buen dinero explotando las inseguridades de la gente respecto a su aspecto físico. Por todas partes aparecen anuncios prometiendo reducir esos chichos, levantar ese busto caído, reafirmar los glúteos, aclarar la piel, mejorar la nariz y reparar cualquier otro defecto percibido.
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Algunas de estas clínicas llevan años en operación y son bastantes responsables en sus procedimientos. Otras, como la clausurada clínica Brasil, operan casi clandestinamente, con consecuencias nefastas. Para la gente que está pendiente al mundo de la moda y las celebridades, la cirugía plástica encierra el potencial para desarrollar sus sueños, convencidos de que la belleza lo es todo y, por tanto, esta debe obtenerse a cualquier precio.
Da la casualidad de que a veces se paga un precio demasiado alto por la belleza, y si no lo cree así, tan solo hay que ver los casos de Hermes Meccariello y las demás mujeres que se sometieron a tratamientos con el doctor Johan Tapia Bueno.
Tener heridas abiertas por meses, desarrollar infecciones peligrosas e incluso correr el riesgo de perder extremidades por causa de una cirugía estética mal hecha es una situación bastante desagradable. Pero al menos estas mujeres están aún con vida. Lamentablemente no puede decirse lo mismo de la última víctima conocida de la cirugía plástica, la ex reina de belleza argentina Solange Magnano.
Magnano (en la imagen), de 38 años, murió en Buenos Aires tras haberse practicado una gluteoplastía, prodecimiento que supuestamente levanta y reafirma los glúteos. Según reportes, la sustancia que le fue inyectada para tales fines se le fue al cerebro y los pulmones, provocándose una embolia pulmonar fatal.
Ahí lo tienen, otra víctima del bisturí, todo por la obsesión de un ideal de belleza que es inalcanzable y que viene impuesto por la industria del entretenimiento. Una pena.
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