Roberto Salcedo, síndico del Distrito Nacional, informa que a partir del 15 de enero del próximo año el Ayuntamiento ejercerá una mayor supervisión sobre las construcciones que se ejecuten en la ciudad, sean estas viviendas, plazas comerciales o torres de apartamentos. Como ejemplo de lo que se avecina, Salcedo informó que a partir de la fecha quedarán prohibidas las escaleras en forma de caracol.
En pocas palabras, empezando el 2010 el Ayuntamiento del Distrito Nacional hará una tarea que le ha correspondido desde siempre, para lo cual cuenta con la Dirección de Planeamiento Urbano, oficina que siempre sale a relucir cuando se analiza el caos urbanístico que es Santo Domingo. Es también la oficina que suena cuando se arman conflictos entre las partes por construcciones que a la clara rompen con el entorno.
Me parece interesante que Salcedo se vea en la necesidad de informar al país que el organismo que él dirige finalmente ejercerá una de sus funciones más importantes, la de regular el uso de los espacios y velar porque se cumplan con ciertos requisitos que son de vital importancia en el caso de la ocurrencia de terremotos o cualquier otro siniestro. Pero así es como nos manejamos en la RD, donde la desidia y la indiferencia lo arropan casi todo.
Así como Salcedo resalta labores que se supone son del Ayuntamiento, sucede lo mismo con otras entidades cuyos dirigentes al parecer esperan recibir órdenes superiores para actuar sobre cosas que están claramente establecidas. Este fenómeno, que no es más que falta de iniciativa, se da en negocios, oficinas de servicio, universidades y hasta en el hogar.
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