En 1883 el mundo fue sorprendido por la erupción del volcán Krakatoa en Indonesia, una explosión que llegó a oirse en lugares tan distantes como Australia y Sri Lanka y que además bajó la temperatura mundial en dos grados como efecto de la masiva cantidad de dióxido de azufre que subió a la atmosfera, efecto que duró 5 años.
36 mil personas murieron en esa ocasión, pero el 90% de la víctimas no sucumbió al volcán, sino al enorme tsunami que le siguió, con olas de hasta 130 pies de altura que borraron del mapa a cientos de aldeas y árboles. Tras la erupción, ocurrida el 26 de agosto de ese año, Krakatoa pasó de 2,667 pies de altura a tan solo 820 pies por debajo del nivel del mar. Sin embargo, la historia de Krakatoa no termina aquí.
A partir de 1927 lo que quedó del volcán empezó a crecer y mostró cierta actividad, aunque nada parecido a lo de 1883. Aún así, fue bautizado como "Anak Krakatoa" o "Hijo de Krakatoa" por los nativos del área, y lo cierto es que sigue creciendo y dando sus buenos sustos. En 2007 se reportaron una serie de explosiones que aparentemente pararon sin ninguna consecuencia, pero ya en este año ha vuelto a manifestarse el fenómeno, lo que hace temer una reedición del evento de 1883.
Expertos en la materia dicen que todavía le falta varios años a Anak Krakatoa para igualar a su predecesor, cuya fuerza explosiva fue 13 mil veces mayor que la bomba atómica que destruyó a Hiroshima. Además, no hay suficiente magma, un elemento decisivo en las devastaciones de 1883, pues fue la combinación de agua de mar y grandes cantidades de magma lo que hizo histórica la explosión. Si volviera a explotar, las consecuencias se sentirían en todo el mundo.
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(*) Fotos tomadas en junio 2009 por Marco Fulle, astrónomo y experto en volcanes. Publicadas por el periódico inglés Daily Mail.
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