Hay cosas que el dominicano no toma en serio, entre ellas su historia patria e identidad. Esto se hace evidente cada vez que se conmemora una efeméride, y quizás porque tenemos esa mala costumbre de que nada nos importa, alguien decidió que era una buena idea establecer el "Mes de la Patria" desde el 26 de enero, natalicio de Juan Pablo Duarte, hasta el 27 de febrero, día de la Independencia Nacional.
Durante el "Mes de la Patria", además de exaltarse el ideal duartiano y recordar lo trabajoso que fue obtener esa independencia, se celebran la bandera y el natalicio de Mella, que cae el 25 de febrero. Considerando que son tres Padres de la Patria, y que el tercero, Francisco del Rosario Sánchez, nació el 9 de marzo de 1817, podemos ver que el enfoque del "Mes de la Patria", aunque correcto, está incompleto, y eso tan solo contribuye a la desidia.
¿Cómo así? Es muy sencillo: al darse tanta importancia al "Mes de la Patria" la gente termina enterándose y participando de alguna forma en actos conmemorativos. En escuelas y colegios es común poner tareas alusivas a Duarte y la Independencia, así como poner en escena obras teatrales alusivas a la época y los acontecimientos. En periódicos es común ver reportajes de la vida de Duarte y los primeros años de vida republicana. Es más, abundan en esta época las opiniones sobre identidad nacional y soberanía. Una vez llega el 28 de febrero, el tema raras veces vuelve a ser tocado.
Cierto es que Sánchez no está completamente en el olvido, pero la efusividad es menor, y peor suerte corren personajes históricos como Luperón y Valerio. Con la excepción de las batallas del 19 y 30 de Marzo, poca gente recuerda las batallas libradas contra Haití para defender la soberanía en esos primeros años, y poca gente comprende el significado histórico.
La historia se tiene como una materia "aburrida", y eso no es cierto. Todo depende del enfoque que se le de, y ahí está parte del error.
Es bueno que se motiven las celebraciones por el "Mes de la Patria", pero hay que recordar que la Patria se debe celebrar y cuidar el año entero. No es cuestión de un día, pues eso se parece a la gente que en San Valentín quiere compensar todo un año de descuidos. Es cuestión de que estos valores deben inculcarse más allá de una mera repetición sosa de lo mismo.
Cada año para estas fechas se denuncia el mal estado en que se hallan monumentos históricos. En esta ocasión le ha tocado a la Casa de Duarte, y ello encierra un menaje que urgentemente debe modificarse: a nadie le importa. Esos deterioros son doblemente imperdonables porque envían una mala señal e impiden que el país saque provecho a sus riquezas históricas, lo cual puede servir para educar al pueblo y ofrecer opciones interesantes a quienes nos visitan.
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