Una vez más la Asociación de Cronistas de Arte (Acroarte) es blanco de críticas por parte de supuestos artistas que no fueron nominados a los premios Casandra. En esta ocasión, las quejas provienen de intérpretes de la mal llamada "música urbana" y sus seguidores.
"Música urbana" se refiere a reggaetón, hip-hop, merengue de calle y otras cosas más. Se supone que los premios Casandra son un reconocimiento a la calidad, y como tal los nominados deben cumplir con ciertos criterios. La "música urbana" se caracteriza por tener una carga excesiva de vulgaridad y violencia, donde a menudo se resaltan los antivalores.
Los exponentes de estos géneros y sus seguidores han descalificado la posición asumida por Acroarte y la acusan de haberse quedado atrás en el tiempo, de ser una entidad clasista y elitista. Pero pregunto, ¿qué se gana reconociendo a una música que ni siquiera califica como tal? ¿Realmente reflejan estas canciones la mentalidad de la juventud dominicana? Si es así, estamos feos.
Canciones que hablan de sexo, drogas y violencia sin el menor desparpajo, con un ritmo y tonalidad estridentes por demás, son el epítome de los antivalores de una sociedad que cada vez degenera más y más. Habrá quien diga que el fenómeno es a nivel mundial, que esos géneros no se originaron aquí. Si bien eso es cierto, no significa que sean el mejor ejemplo a seguir y no hace más que demostrar el punto de que es siempre lo malo que se quiere imitar.
Bien por Acroarte por no ceder a presiones ni caer en ganchos. Reconocer esos géneros musicales equivale a premiar la vulgaridad y sus consecuencias.
"Música urbana" se refiere a reggaetón, hip-hop, merengue de calle y otras cosas más. Se supone que los premios Casandra son un reconocimiento a la calidad, y como tal los nominados deben cumplir con ciertos criterios. La "música urbana" se caracteriza por tener una carga excesiva de vulgaridad y violencia, donde a menudo se resaltan los antivalores.
Los exponentes de estos géneros y sus seguidores han descalificado la posición asumida por Acroarte y la acusan de haberse quedado atrás en el tiempo, de ser una entidad clasista y elitista. Pero pregunto, ¿qué se gana reconociendo a una música que ni siquiera califica como tal? ¿Realmente reflejan estas canciones la mentalidad de la juventud dominicana? Si es así, estamos feos.
Canciones que hablan de sexo, drogas y violencia sin el menor desparpajo, con un ritmo y tonalidad estridentes por demás, son el epítome de los antivalores de una sociedad que cada vez degenera más y más. Habrá quien diga que el fenómeno es a nivel mundial, que esos géneros no se originaron aquí. Si bien eso es cierto, no significa que sean el mejor ejemplo a seguir y no hace más que demostrar el punto de que es siempre lo malo que se quiere imitar.
Bien por Acroarte por no ceder a presiones ni caer en ganchos. Reconocer esos géneros musicales equivale a premiar la vulgaridad y sus consecuencias.
Considero que al menos se le debe reconocer la existencia de este género, por decirlo así.... así como la bachata estuvo denigrada por mucho tiempo, la música urbana por igual pasa ese momento.
ResponderEliminarPero también, como mencionas, cabe la duda de que si la carga excesiva de vulgaridad y violencia en sus líricas, vale ser resaltado como música. Esto será debate constante toda la vida. Esto no acabará aquí.