Al dominicano, según dicen los que estudian la idiosincracia del pueblo, le gusta lo regalado, y le gusta que le resuelvan. Esa naturaleza de comportamiento se observa en la gran cantidad de cosas que el Gobierno, desde hace décadas, subsidia.
Se pensaría que luego de tantos avances esa mentalidad ya no estaría tan arraigada, pero resulta que no es así. Quizás porque ven que los supuestos transportistas públicos se salen con la suya una y otra vez, ahora son los dueños de autobuses los que exigen un subsidio al combustible.
En declaraciones publicadas en el periódico El Nacional de ayer, el representante de la Unión de Propietarios de Autobuses insistió en el carácter pacífico de la entidad, a la vez que amenazó con paralizar los servicios si sus reclamos no son atendidos por el Gobierno.
Es absurdo, y a la vez una vergüenza, que los prestadores de servicios privados exijan al Gobierno la cobertura de ciertos costos, más aún cuando el subsidio a carros de conchos y voladoras es motivo de críticas. Hoy son los servicios de transporte. De ser acogida la queja, vendrán entonces las clínicas privadas a exigir lo suyo, al igual que restaurantes, cines, tiendas de ropa y supermercados. ¿Hasta donde llegaremos?
Se pensaría que luego de tantos avances esa mentalidad ya no estaría tan arraigada, pero resulta que no es así. Quizás porque ven que los supuestos transportistas públicos se salen con la suya una y otra vez, ahora son los dueños de autobuses los que exigen un subsidio al combustible.
En declaraciones publicadas en el periódico El Nacional de ayer, el representante de la Unión de Propietarios de Autobuses insistió en el carácter pacífico de la entidad, a la vez que amenazó con paralizar los servicios si sus reclamos no son atendidos por el Gobierno.
Es absurdo, y a la vez una vergüenza, que los prestadores de servicios privados exijan al Gobierno la cobertura de ciertos costos, más aún cuando el subsidio a carros de conchos y voladoras es motivo de críticas. Hoy son los servicios de transporte. De ser acogida la queja, vendrán entonces las clínicas privadas a exigir lo suyo, al igual que restaurantes, cines, tiendas de ropa y supermercados. ¿Hasta donde llegaremos?
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