Aprovechándose de que estamos en campaña electoral, son muchos los gremios que presionan al Gobierno por lo suyo. El primer ejemplo son los transportistas, que se salieron con la suya al haberse retomado ayer tema del subsidio al gasoil. Lo único que nos salva de este grupito de impertinentes es que el Metro de Santo Domingo sea realmente un medio eficiente de transporte, eso marcaría el fin -aunque no inmediatamente- de los infames carros de concho y voladoras.
Luego están los médicos, quienes han convocado a un paro nacional por 24 horas en reclamo de mejores sueldos, siendo la exigencia de 50 mil pesos por cabeza. En realidad, no es tan mala idea que los médicos devenguen sueldos dignos, pero antes de protestar, que al menos cumplan con su trabajo. Para nadie es secreto que muchos médicos de hospitales públicos apenas cubren una o dos horas del horario, y ni siquiera van todos los días, porque tienen más de un trabajo.
Cada vez que se hace una huelga o un paro, sin importar quien lo haga, son los ciudadanos más pobres los que terminan pagando las consencuencias, pero es evidente que eso no es tomado en cuenta. Y ahora que la campaña arrecia, todos quieren lo suyo. Hasta los abogados han anunciado una marcha en esta semana, no recuerdo con qué finalidad.
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