Faro a Colón. Todo un boom en 1992 con motivo del quinto centenario del descubrimiento de América. Como suele ocurrir, la obra fue altamente criticada por gente que decía, con cierta razón, que era mejor invertir esos fondos en cosas más productivas. Balaguer, fiel a su estilo, hizo caso omiso a esas críticas y le dio para alante a un proyecto que llevaba varias décadas en planes.
La inauguración fue todo un acontecimiento, siendo uno de sus puntos más resaltables la proyección hacia los cielos de una enorme cruz, visible más que nada en noches nubladas, otro punto altamente criticado por el contraste entre la carencia de luz y el esplendor de esa cruz proyectada precisamente con luces.
Por algunos años, el Faro a Colón matuvo el interés de turistas locales y extranjeros, sobre todo por la idea de que los restos del almirante están allí. La cruz no era el único atractivo, obviamente, sino que, como museo que es, tiene (o tenía) exhibiciones permanentes relativas al descubrimiento. Ir al Faro era una experiencia interesante, pues no solo ocupa una área extensa, con área verde igualmente extensa, sino que estaba el recinto lleno de guardias en uniforme de gala (o al menos eso vi en las varias visitas que hice) y estaban todos los países representados afuera con sus banderas.
20 años después, como suele ocurrir con todo aquí, el Faro está vuelto una ruina. El área verde empezó a tener grama alta y basura. Las salas de exhibición empezaron a cerrar. Se denunciaron saqueos y piezas perdidas. La inseguridad aumentaba por la zona, denunciándose robos y atracos a locales y extranjeros. Las calles aledañas empezaron a mostrar deterioro, al igual que el parque y la isleta que conducen al Faro.
Si vivimos del turismo en gran medida, ¿por qué permitimos que estas cosas pasen? El Faro a Colón costó mucho dinero y se supone que representa uno de los puntos de interés que atraería visitantes extranjeros. Sin embargo, el Faro no es lo único que ha tenido esta suerte. Ejemplos abundan: el boulevard de la 27, el Paseo de las Estrellas en la Churchill, la Plaza de la Cultura, los remanenes de la Feria de la Confraternidad y el Mundo Libre, el Malecón (en proceso de rescate), la Zona Colonial (otra vez en proceso de rescate por enésima vez) y un largo etcétera.
¿Es tan difícil dar mantenimiento? Alguien dijo una vez que el problema del mantenimiento es que no genera "grasa" y por eso no resulta tan atractivo. Si bien pudiera ser cierto, esta forma de pensar es totalmente errada y tan solo hace daño a ciudadanos que están cansados de pagar impuestos sin obtener a cambio servicios de calidad. De paso le hace daño al estado y al país en general, pues en vez de usar fondos en desarrollo de otros planes tiene que usarlos para rescatar cosas que han llegado a un punto tal de deterioro que hay que prácticamente hacerlas de nuevo.
El actual gobernador del Faro a Colón, Mario Bonetti, se propone rescatar la obra. Lo que se desea es que al completar su labor no vuelva a caer en el olvido, como suele ocurrir aquí.
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