Delicadeza y estética. Dos conceptos subjetivos que pueden variar de persona a persona pero que al final resultan en algo agradable a la vista, generalmente de buen gusto, y que a nivel de la generalidad cae bien.
Puede tratarse de una ropa, una pintura, un mural, una portada, un informe, una comida, lo que sea. La delicadeza es un concepto visual, al igual que la estética, y a menudo van de la mano. Una comida mal presentada reduce su atractivo, de la misma forma que una publicidad estridente no tiene el alcance esperado.
Dije al principio de esta entrada que estos son dos conceptos subjetivos. Lo que para mí es delicado puede que resulte aburrido y monótono para otro. Es posible también que una combinación de colores resulte en un balance delicado y estético, pero que a mi no me llamen la atención. Igualmente con la música: no a todos les gusta la delicadeza de la música clásica ni todos disfrutan de la estética de una buena ópera.
A pesar de que no se puede complacer a todo el mundo con nada, una cosa sí queda clara: delicadeza y estética son dos elementos necesarios para tener un buen resultado final, sobre todo a nivel visual. Habiendo establecido esto, me atrevo a hacer una observación que posiblemente no sea del agrado de mucha gente, pero que está a la vista: hay un exceso de mal gusto en este país, y eso es un factor que impide que algunas cosas progresen.
¿Dónde podemos ver este mal gusto? En todas partes: en la televisión, donde aparecen anuncios que ocupan media pantalla y los programas en su mayoría tienen una línea gráfica fatal. En la calle, donde se observa el comportamiento de la gente del pueblo que ha ido perdiendo sus costumbres poco a poco. En sitios privados que no les dan mantenimiento a sus estructuras. En instituciones públicas que no entrenan debidamente a su personal. En fin, en todas partes.
Cierto es que algunos sectores se han visto en la necesidad de refinarse para sacar provecho a su potencial. Así, por ejemplo, a nivel de restaurantes/bares, moda y revistas sociales hay buena competencia a ver quien ofrece el mejor valor agregado y el mejor balance de delicadeza y estética. Lamentablemente no puede decirse lo mismo de las bancas de apuestas, que son a menudo el epítome de la vulgaridad, ni de la televisión local, a la que le falta mucho por mejorar.
La gente todavía no entiende el concepto de "menos es más" y mucho menos lo aplica en lo que hace, lo cual es una pena. La falta de delicadeza y estética se convierte en algo más grave cuando se hacen inversiones sin pensarlo debidamente, porque la obra resultante va a quedar en pie por mucho años, sin importar lo fea o poco funcional que resulte.
Por falta de delicadeza y estética son muchas las cosas que pasan y que se convierten luego en un dolor de cabeza para mucha gente. No tiene por qué ser así, basta con refinar el criterio, buscar asesoría, dejarse llevar de consejo y hacer las cosas con sentido de responsabilidad.
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