Caricatura publicada en "Le Nouvelliste" |
En estos días se habla de una sola cosa: la prohibición impuesta por Haití a huevos y pollos dominicanos, una veda que data de 2008 y que en estos días ha vuelto a reaparecer por el asunto de la gripe H1N1, la cual, al parecer, está siendo confundida con gripe aviar (H5N1).
La razón por la que Haití, un país paupérrimo cuya población padece una terrible hambruna permanente y que realmente no tiene medios propios para producir nada, decidió prohibir la entrada de esos productos dominicanos en 2008 obedeció a un supuesto brote de gripe aviar en la República Dominicana que nunca fue.
En esta ocasión (2013), a pesar de que la Organización Panamericana de la Salud (OPS) -un organismo internacional que se supone tiene cierto peso- ha certificado que el país está libre de esa enfermedad, los haitianos no han cedido un ápice en su decisión, llegando incluso a ridiculizar a las autoridades dominicanas en caricaturas y comentarios malintencionados en editoriales de circulación nacional.
Dicen los haitianos que la "amistad" del pueblo dominicano hacia ellos es una muy frágil, forjada únicamente en base a intereses comerciales y que sólo basta una medida que afecte esos intereses para que se haga evidente la enemistad. De paso defienden su decisión de "defender al pueblo de enfermedades importadas". Todo eso está muy bien, pero no es cierto. No hay ninguna epidemia de este lado, y, tomando en cuenta que lo que va viene, de enfermedades "importadas" no pueden ellos hablar mucho porque bastantes que traen cuando se traspasan ilegalmente por la frontera.
No cabe duda que las relaciones con Haití son frágiles y que siempre somos nosotros, los dominicanos, los que llevamos las de perder. Que República Dominicana haya sido el primer país en responder tras el terremoto de 2010 y que haya sido de los pocos en mantener su promesa más allá de los primeros meses no significa nada. Que acojamos a millones de haitianos que entran ilegalmente y les demos servicios sanitarios y demás en detrimento de los dominicanos tampoco significa nada. Para ellos somos el enemigo, el país que los trata como esclavos, el país que les niega derechos y un largo etcétera.
Volviendo al asunto de la prohibición que pesa sobre la entrada de huevos y pollos dominicanos a ese territorio, quizás llegó la hora de buscar un mercado alternativo para esa producción. Cierto, no es tan fácil buscarse un mercado de la noche a la mañana y llegar a acuerdos comerciales, pero eso de estarle llorando a otro país como que no deja, sobre todo cuando se evocan razones falsas e inexistentes. Ya las autoridades dominicanas han hecho suficiente por tratar de salvar la situación, por tanto es mejor diseñar un plan de contingencia.
En la actual situación se ha hablado de Venezuela, un país que tras la muerte de Chávez no está pasando por su mejor momento. Es preferible llegar a acuerdos con ese país, que tiene el potencial de aportar más, y, de paso, mostrar a las autoridades haitianas que tienen la posición errada.
Las verdaderas razones de por qué Haití ha tomado esta decisión quizás nunca se sepan. Se señala al infame Frederick Mazourka en todo esto, se señalan intereses de compañías brasileñas y hasta intereses cercanos al gobierno haitiano. Mientras se analizan estos escenarios, una cosa es segura: nada hacemos llorando y lamentando que por cada día que pasa se dejan de percibir 68 millones de pesos. Hay que buscar mercados alternativos y tener un plan de contingencia armado. Después de todo, Haití tiene su derecho de tomar estas decisiones y a la larga el impacto real es sobre una población que de por sí padece un hambre crónica.
Comentarios
Publicar un comentario
Este blog no acepta vulgaridades. Modérese antes de comentar.