Hay días en que uno se siente peor que en otros, en que uno siente que los esfuerzos que se hacen son en vano. Hay días es que uno se siente insignificante, que no le da valor a sus propias ideas y que en general no se siente seguro de nada.
Puede ser que haya pasado algo que generara esas sensaciones, puede ser que trate de una frustración que lleve años latente y que un día simplemente arropa todo o puede ser que sea un reclamo de atención.
Se dice dice siempre que no se debe tirar la toalla, pero cuando una persona hace un esfuerzo conciente por echar un proyecto hacia adelante y se encuentra con poco apoyo y toda clase de barreras, es difícil no tirar la toalla, aún cuando eso garantice señalamientos y comentarios del tipo "tú-si-te-rindes-rápido". Peor aún cuando se contratan servicios que se ejecutan pobremente y que contribuyen a la sensación de frustración con proyectos que no arrancan del todo o que no resultan tan satisfactorios como se esperaba.
Es una sensación horrible tener un problema y no saber como solucionarlo. Es simplemente horrible sentirse solo y empantanado en una situación que si bien no es grave resulta difícil de resolver por falta de conocimientos y/o herramientas. Falta de apoyo, falta de tiempo, falta de ideas, falta de conocimientos. Todas esas cosas, cuando se suman, dan como resultado una sensación de fracaso que es difícil de obviar.
Se pueden tener ideas grandiosas, planes bien definidos, pero la falta de apoyo los mata lentamente, a veces de una vez. Si bien es cierto que el fracaso es parte de la vida y que encierra lecciones valiosas, es también muy cierto que esta sensación es horriblemente desagradable, que el vacío que eso genera es una cosa absorbente, como una esponja.
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