La pregunta obligada: ¿qué se busca con la campaña de descrédito que desde hace meses (años, en realidad) viene sufriendo la República Dominicana? Las conjeturas al respecto apuntan hacia un deseo de la comunidad internacional de que seamos nosotros quienes carguemos con la totalidad de los problemas de Haití, quizás por aquello de que compartimos la isla.
Sólo así se explica el sadismo a la hora de acusar al pueblo dominicano de mantener a los haitianos en condiciones deplorables y hasta de esclavizarlos. Si bien es cierto que una buena parte de los haitianos no vive en las mejores condiciones, la honorable comunidad internacional ha obviado un factor importante: la mayoría de los haitianos está en el país de forma ilegal. En cualquier país, siendo Estados Unidos el mayor ejemplo, esto es motivo más que suficiente para deportar a la gente.
Sin embargo, cuando RD ejerce su derecho en ese sentido, de inmediato la comunidad internacional condena la práctica. A todo esto, al dominicano lo abusan y lo sacan de todas partes, y nadie dice nada. Es cierto que compartimos la isla con Haití, pero se trata de dos naciones diferentes. Después de todo, Estados Unidos y México comparten el mismo terriotorio, pero no por ello Estados Unidos se ha hecho de la vista gorda ante la inmigración ilegal. Al contrario, ha sido tema de candentes debates por lo que se propone hacer al respecto la administración Bush, propuesta calificada de inhumana por muchos.
Si algún país tiene una deuda histórica con Haití es Francia, el responsable de haber colonizado la parte occidental de la isla y de haber introducido negros africanos para hacer el trabajo duro. Es un hecho conocido que en 1804 Haití logró independizarse de Francia y que posteriormente invadió por 22 años lo que se conocía como Santo Domingo. Desde el 27 de febrero de 1844 República Dominicana es una nación independiente de Haití, con costumbres, cultura y sistemas completamente diferentes.
Es indignante ver hasta donde ha llegado esta sucia campaña, e indigna aún más ver como países grandes y ricos como Estados Unidos, Francia y Canadá (este último con extensas porciones de tierra vacías) pretenden que sea República Dominicana, un país pobre y pequeño, el que resuelva los problemas de Haití. Tan sucia es esta campaña, que durante la presentación del documental "Niños del Azúcar" (invento del padre Hartley) en una universidad de la Florida no se le dio la oportunidad a la delegación dominicana de defenderse de las barbaridades mostradas allí. ¡Basta ya de atrocidades!
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