Foto: maximizepossibility.com
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Siempre se ha dicho que hay dos clases de empleados: aquellos que solo están atentos a la hora de salida y los que se toman sus labores muy en serio. Como era de esperarse, el primer grupo tiende a sobrepasar por mucho al segundo.
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Siempre se ha dicho que hay dos clases de empleados: aquellos que solo están atentos a la hora de salida y los que se toman sus labores muy en serio. Como era de esperarse, el primer grupo tiende a sobrepasar por mucho al segundo.
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Motivos los hay por montones: salarios poco atractivos, falta de motivación, ambiente inadecuado de trabajo, falta de instrucciones claras, cultura, educación, actitud personal y un largo etcétera. Siendo el caso que la situación laboral a nivel mundial y local no está en su mejor momento, lo más sensato es que la gente trate de cuidar su trabajo lo más posible, sin llegar a extremos ni mucho menos aguantando humillaciones.
Aquellos empleados que dan más del 100% a menudo son ignorados por la directiva, y eso puede convertirse en fuente de frustración. Contribuye a la paradoja el hecho de que cuando las cosas andan bien, nadie dice nada, pero desde que algo anda mal llueven las quejas, los boches y hasta las cancelaciones, según sea el caso.
Sí, hay muchos motivos para la desidia laboral, y uno de los principales es la situación que acabo de describir más arriba. Sin embargo, ello no debe ser motivo para dar mal servicio o malos tratos al cliente, porque, después de todo, ese cliente no es el culpable de esa situación ni es responsable de las políticas de la empresa.
Sí, hay muchos motivos para la desidia laboral, y uno de los principales es la situación que acabo de describir más arriba. Sin embargo, ello no debe ser motivo para dar mal servicio o malos tratos al cliente, porque, después de todo, ese cliente no es el culpable de esa situación ni es responsable de las políticas de la empresa.
La desidia laboral se manifiesta de muchas maneras, pero pocas cosas son peores que depender de un tercero para resolver una situación y que ese tercero, con parsimonia y hasta de mala gana, se tome su tiempo (mucho tiempo) en dar una respuesta. Peor es cuando esa persona proporciona información errada o se desentiende rápidamente del asunto porque está llegando la hora de salida o de comer. El epítome de la situación es cuando esa persona hace su mejor esfuerzo por no aparecer.
Esta clase de pesadillas es más común de lo que cualquiera piensa, y de las consecuencias ni hablar.
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