El tema del abandono en que está sumido Gazcue, otrora ciudad-jardín en los tiempos de Trujillo y lugar donde hay una alta concentración de dependencias estatales y servicios médicos privados, es viejo. De hecho, tengo desde enero del año pasando en lo mismo: presentado imágenes deprimentes de lo que alguna vez fue uno de los sectores más exclusivos.
Cada cierto se suscita el viejo debate de si Gazcue debe ser preservado como lo que era originalmente, es decir, ciudad-jardín, o si deberían felixibilizarse las restricciones y dar rienda suelta a la construcción de torres de apartamentos. En lo que se decide el caso, las tierras de Gazcue van adquiriendo cada vez más valor y cada día son más los edificios de apartamentos que sustituyen viejas casas, con la condición de que la edificación no pase de los cuatro pisos.
En medio de todo esto, yace la triste realidad de que Gazcue es un espacio totalmente abandonado por parte del Ayuntamiento, Obras Públicas y demás organismos relacionados a la limpieza y el ornato. Las aceras rotas, los postes de madera cayéndose, troncos y ramos tumbados, basura por doquier y calles llenas de hoyos son una estampa común en Gazcue, lo mismo que calles estrechas atiborradas de carros estacionados a ambos lados e incluso en la acera.
Por tratarse de un sector muy concurrido por la clase de entidades instaladas en el área, desde el Palacio Nacional hasta varios consultorios médicos, pasando por distintos organismos oficiales, no es raro ver carros parqueados incluso sobre las aceras. También es la razón por la que se improvisan estacionamientos en casonas abandonadas, sin el menor criterio.
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