Leyendo la edición online de El Nacional me he topado con una noticia que debe de ser la pesadilla de todo padre o madre: la muerte de dos jóvenes que andaban en un paseo escolar en Jarabacoa.
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Recuerdo que siempre que el colegio se inventaba un viaje al interior del país reinaba en casa un ambiente de tensión y la respuesta era por lo general un NO rotundo. De nada valían las justificaciones del profesor de turno ni las garantías de seguridad que ofrecía la dirección del colegio, mis padres siempre decían lo mismo: NO, no nos sentimos a gusto y no le daremos permiso. Yo en ese entonces no entendía esta actitud, pero hoy la comprendo a cabalidad.
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Se trata de sentido común, pues hay muchas variables que no se controlan. Un colegio, institución privada o congregación religiosa puede coordinar un viaje al interior con la mejor de las intenciones: entrenamiento, reforestación, educación, o simple diversión. Para los fines suelen tomarse las precauciones de lugar, como son transporte seguro, kit de primeros auxilios y otras cosas más. Pero ello no evita en un 100% la ocurrencia de desgracias.
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Esto sonará anticuado para algunos, pero se trata de sentido común y nada más. Las excursiones, sobre todo aquellas que implican ríos, cuevas, montañas y lugares de remoto acceso, jamás deben se impuestas a grupos de personas de manera obligatoria, pues nunca se sabe que consecuencia negativa pudiera tener.
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Me imagino que quienes idearon ese viaje a Jarabacoa en el colegio La Unión de Santiago deben estar lamentando profundamente esa decisión, aunque no más que los padres de los dos jóvenes que murieron ahogados. ¿Qué se le dice a los deudos en estas circunstancias? No hay explicación que mitigue el dolor. Todo por 30 puntos de nota. Una lástima.
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