Entre el wokismo y la vagabundería desenfrenada se desenvuelve el mundo actual.
Nada es nada y todo es todo a la vez.
Todo ofende. Todo se permite.
Cirugías exageradas son la norma, reinando las bocas infladas, los traseros biónicos y las cinturillas imposibles. Todo esto sazonado con extensiones de pelo, pestañas falsas y uñas kilométricas, algunas de ellas con diseños comestibles (yuck).
Todo es arte, incluso lo cuestionable y lo desagradable. Le llaman "la estética de lo feo", y ello da licencia para profanar símbolos sagrados y no tan sagrados, para pisotear los buenos valores y mostrar la cara cruda y sin maquillaje de una realidad que para muchos resulta desconocida.
¿Se combaten los males de la sociedad haciéndolos visibles? Depende de como se mire. Si tenemos canciones y videos que recrean ciertas realidades desagradables, pero de una forma que más parece una celebración, entonces no, esto no ayuda. Si por el contrario se plantea la realidad desde un punto de vista de consciencia, con miras no solo a señalar realidades, sino también a enfrentarlas dignamente, entonces sí.
En esta época de valores invertidos, donde lo absurdo se corona como la fuerza más invencible, el morbo y la controversia venden. Mientras más "loca" se presenta una persona, más "auténtica", sin importar que esté copiando estilos de fuera y que lo haga con intenciones particulares de llamar la atención y subir en el ranking.
¿Cuál ranking? Imagínenlo ustedes, que son bien inteligentes.
Mientras más disparatosos, más exitosos. Lo vemos en ciertos personajes que se andan exhibiendo en vehículos de lujo que son un verdadero escándalo, todo por hacer letras que no hacen sentido y que suelen apostar a lo más bajo de la vulgaridad y la depravación.
Sí. La vulgaridad y la depravación están de moda, y van de la mano con la ardiente necesidad de explayar nuestras vidas en redes sociales y someternos al escrutinio de miles (o millones) de perfectos desconocidos que disfrutan con las desgracias del otro y que viven por y para el chisme barato.
Las redes han pasado de plataformas de conexión a plataformas de desconexión donde la gente vive en tiradera permanente. También sirven de albergue a fenómenos que poco a poco amenazan con desplazar al humano estándar para así crear un mundo paralelo donde solos los LGBTYQXV whatever tienen cabida.
Se respetan los derechos de la gente con preferencias y gustos distintos a los tradicionales, pero en esa misma medida deben respetarse los derechos de esa gente "tradicional", tan aburrida y común que es calificada de vainilla. Nosotros tenemos derechos también. Punto.
Ahora hay un afán por hacerlo todo "gay-friendly" y "diverso" e "inclusivo". De repente, entonces, Superman es homosexual, los Muppets son inapropiados y la Bella Durmiente encierra un mensaje sexual inapropiado.
Todo el contenido de esta época sigue una fórmula: diversidad, homosexualismo, inclusividad y... cero sustancia. Todo muy acomodado, sin chistes ni referencias históricas, porque todo es ofensivo. La historia en particular tiene que ser borrada y hecha de nuevo, según los parámetros del wokismo.
Lo planteado en este escrito está ocurriendo al tiempo que la gente ha dejado de pensar por su cuenta, ya sea por adoctrinamiento, lavado de cerebro o distracción digital. También está ocurriendo al tiempo que el planeta sufre los embates del cambio climático y que la COVID-19 se asienta como parte normal de nuestras vidas.
Pandemia, wokismo, posverdad, fake news, manipulación, adoctrinamiento, terrorismo y egoísmo. Esto resume la realidad absurda que vivimos.
Es muy lamentable, y adivinen qué: las redes sociales son en gran parte responsables del fenómeno, pues les dieron voz a quienes quizás no merecían tenerla. Hemos abusado de la herramienta, y aquí estamos.
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