Brasil, para los fines prácticos, está de luto luego que el equipo perdiera de manera desastrosa ante Alemania en la semifinal de la Copa Mundial FIFA 2014. El puntaje final de 7-1 se considera la mayor humillación de Brasil en un deporte que ha dominado por décadas.
Siendo el caso que la Copa se realiza justamente en Brasil, se entiende que la derrota duela todavía más a los millones de fanáticos que esperaban una victoria en casa. Sin embargo, tal como se había previsto, las cosas se han salido de control, con gente furiosa incendiando guaguas y provocando disturbios que ponen en jaque la seguridad de visitantes, fanáticos y ciudadanos por igual.
Se entiende que la gente se apasiona con estas cosas, pero la reacción de Brasil es una que pone de manifiesto, por enésima vez, la estupidez fundamental humana. Veámoslo de esta manera: quemar 2, 5 ó 10 guaguas no va a revertir el resultado del partido de ayer. Lejos de ayudar a la "causa" lo que esto hace es traer más problemas a una nación que de por sí ha tenido unos meses tensos por causa de la Copa y los gastos que ello ha implicado.
En todo juego uno gana y el otro pierde. No está escrito que Brasil tiene que ganar obligado, por tanto el pataleo no se justifica.
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