Se trata de un tema viejo que ya ha sido explorado de varias formas y que cada cierto tiempo hace acto de presencia: ¿de qué vale esforzarse en hacer bien las cosas si a nadie parece importarle? Conozco gente que se pasa la vida entera trabajando con calidad, ética y responsabilidad y al final de la jornada no logrn nada, salvo la satisfacción de que en efecto hizo su trabajo bien.
Esto de trabajar bien aplica en muchas cosas, no solo en la oficina: en la casa, en los estudios e incluso en hobbies y diversión aplica. Hay gente que se mete en proyectos, en hacer cosas, solo porque sí, y en consecuencia no le dan cariño ni la importancia necesaria. Cuando estas personas logran con sus esfuerzos a medias darse a conocer y ser respetados en sus respectivas comunidades es que se pregunta uno qué factores determinan el éxito.
En el escenario descrito aquí es fácil llegar a una conclusión: la calidad NO es un factor determinante para el éxito. Hay factores de más peso, y entre esos se puede mencionar la empatía. A veces la empatía generada por una persona o proyecto no es real, sino tan solo un allante ensayado con la intención de generar un impacto. Cuando se dan engaños a este nivel es difícil que la gente reaccione lo suficientemente rápido, con la consecuencia de que cuando queda el engaño al descubierto se mantiene a través del tiempo, a no ser que pase algo muy grande.
Ilustración: Mary GrandPré (Harry Potter and the Goblet of Fire) |
Es común que algunos profesionales se pregunten si están perdiendo su tiempo al esforzarse en hacer las cosas bien, sobre todo cuando gente con menos ética y responsabilidad aparentemente logra triunfar en grande. A pesar de lo frustrante y desconcertante de esta situación, para una persona acostumbrada a trabajar con calidad la idea de bajar los estándares para tratar de replicar el éxito de gente con menos escrúpulos es simplemente una aberración, por tanto se requiere de un reenfoque en la estrategia.
Quizás haya que replantear todas las ideas relativas a "éxito", que generalmente se asocian a muchos seguidores, mucha retroalimentación y muchos elogios de manera pública.
En el mundo de las redes sociales se dan ciertos fenómenos que se convierten en métricas válidas para determinar el nivel de impacto de una persona o proyecto. Generalmente se habla mucho acerca de seguidores, menciones, likes y otros términos relacionados. Sin embargo, hay que ver qué pocentaje de esa actividad es genuina y que porcentaje es "mandado a hacer": hay gente que compra seguidores, que contrata comentarios y que genera ruido con cuentas adicionales que aparentemente no guardan relación alguna. Una vez se eliminan esas distorsiones nos damos cuenta que hay un buen engaño en todo ello.
Conclusión: aquel que se esfuerza por hacer las cosas bien y que quizás no goza de tanta popularidad puede ser que esté logrando su objetivo de todos modos, por tanto, el enfoque de calidad hay que mantenerlo.
Rocio en verdad te admiro y felicito por los temas que escoges y tus acertados puntos de vista (acabo de ponerme al dia desde el pasado Agosto). En el presente tema creo importante que uno se sienta bien consigo mismo sabiendo que esta poniendo su granito de arena, educando y dando ideas para mejorar el medio en que nos desenvolvemos, por eso aunque parezca que se anda solo en el camino no se debe renunciar a los principios. Es penoso que la banalidad se impone sobre lo sustancioso, quizas eso dice mucho sobre que tienen en la cabeza una gran mayoria. Mis saludos y deseandole una buena semana.
ResponderEliminarHola! Que bueno tenerte de vuelta por aquí. Pues sí, la banalidad termina arropando todo, y es una pena a la vez que es un reflejo de una realidad: el gusto de la gente ha ido empeorando de manera sistemática. Gracias por la valoración que haces de mi trabajo. Saludos desde la RD.
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