Fábula del viejo, el niño y el burro |
Si realmente queremos progresar en este país, entonces más que nunca se hace necesario dejar de estar complaciendo a todo el mundo. Obviando el factor política y la cultura del "búscame lo mío" que se ha venido desarrollando a lo largo de los años, es una realidad que en la República Dominicana cualquier idea que se plantee con la finalidad de adecentar un poco el caos y poner orden es vista con malos ojos por grupos que hacen lo posible por montar presión.
El resultado de esta actitud colectiva es que llevamos años en el mismo sitio, sin ninguna posibilidad real de progreso porque, lamentablemente, cualquier plan de progreso requiere de cierto orden y planificación, cosas a las que mucha gente parece tener aversión o al menos alergia. Ejemplos abundan y el más reciente tiene que ver con el Merca Santo Domingo.
A todas luces hace falta aquí un centro de acopio decente para frutas, verduras y otros productos propios de la ganadería y la agricultura que actualmente se venden en condiciones de higiene nula. Ir a cualquier mercado en cualquier pueblo es salir con el estómago revuelto, y eso incluye al mal llamado "Mercado Modelo" de Santo Domingo. Ahora que el Merca Santo Domingo viene a adecentar las cosas aparecen dos o tres que se oponen, alegando que se les quitará trabajo y no sé cuantas cosas más. Esto es el cuento de nunca acabar, visto igualmente con el asunto del Metro.
¿Por qué esa aversión hacia las cosas organizadas y cómodas? Porque en medio del desorden cualquier cosa pasa desapercibida y eso para algunos representa una enorme ventaja. Para ilustrar elo punto, nada como la honorable UASD, que en estos días ha sido escenario de protestas y enfrentamientos en donde nada más salen perdiendo los estudiantes y la propia universidad.
Esos desórdenes de la UASD ocurren porque a nadie se le ha ocurrido meterse en el lío y poner un orden verdadero y duradero. No, como esa es la "universidad del pueblo", la universidad pública a la que pueden ir los pobres, todo el mundo la coge de relajo para hacer y deshacer a sus anchas. Da vergüenza que en esa mal llamada universidad, como es la del pueblo, cualquiera puede pasarse 20 años en una carrera, sin que nadie haga nada.
Como en la UASD nadie exige calidad ni establece reglas para mantener un nivel adecuado, pasan los incidentes penosos que se han visto en los últimos días. Solo cuando alguien decida que ya está bueno de vivir como los animales y que se necesita de un progreso de calidad sin importar la presión que ejerzan los mismos grupos de siempre van a cambiar las cosas. Mientras tanto, con autoridades tan permisivas y una ciudadanía que ha perdido todo rastro de conciencia, la oportunidad de cambio real y tangible se va desvaneciendo.
¿Qué pasa cuando se complace a todo el mundo? La fábula del viejo, el niño y el burro es la mejor respuesta.
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