Lamento que en un partido que se haya masificado grandemente existan miembros de la cúpula dirigencial apegados a guardar las apariencias y no a resarcir el daño causado a quienes hoy se ven desprotegidos frente a la ola de malas prácticas nunca antes vistas a lo interno del PLD, fortaleciendo así un rancio liderazgo que amenaza con terminar adueñarse del partido, en base a canonjías y prebendas.
Realmente el comité político del PLD es un núcleo de poder que no está subordinado a ninguna desición del comité central, aunque la teoría diga lo contrario. Allí cada uno busca tener una cuota de poder: mientras los verdaderos líderes realizan una labor titánica para mantener cierto respeto entre las bases, crece la creencia de que el dinero lo puede todo, y no es así.
Quienes están siendo acusados de fraude electoral, y las pruebas así lo demuestren, no deben ser protegidos por la cúpula dirigencial bajo la idea de que no hace bien al partido decir las irregularidades cometidas. Por el contrario, se le estaría haciendo un flaco servicio a la verdad y al país si se intenta variar esta vez la voluntad expresada en las urnas este pasado 28 de noviembre y que aún no se dan los resultados de las impugnaciones.
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Si el partido no se concentra en fortalecer los valores que le dan origen, pronto no tendremos líderes, sino hombres con mucho dinero para adueñarse del mercado electoral un día antes de las elecciones. Así se les dio en gran parte del país al grupo que planificó todo, y no debe pasar igual con las últimas reclamaciones de impugnaciones por decidir.
Si el presidente del partido no se deja sentir frente a tan grave situación, es como si estuviera afilando cuchillo para su propia garganta, y sabemos que es un líder con mucho futuro político aún después de terminar su período el 16 de agosto del 2012.
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