Imagen: kirchnopf.com
Los choques en el ambiente laboral son frecuentes cuando priman la envidia, el chisme, el ocio y el vivir de las apariencias. Es igualmente frecuente que los subodirnados tengan que reportarse a jefes que tiene menos preparación e inteligencia, pero, en su calidad de mandamás, tienen la última palabra.
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¿Qué pasa cuando un subordinado busca la forma de resolver por sí solo un problema ante la ausencia de pautas claras por parte del jefe? La respuesta: nada bueno. Si las cosas salieron bien, lo más probable es que el jefe inmediato busque la forma de llevarse toda la gloria. Si salen mal, el osado subordinado pasará las de Caín. ¿Y si de casualidad le llaman la atención a ese jefe que no estaba cumpliendo su trabajo? Pues muy sencillo, el subordinado se verá atrapado en un infierno de proporciones desconocidas.
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Pasa mucho esta situación a empleados competentes y con criterio, que tratando de que las cosas salgan bien se hacen un tremendo daño que viene en la forma de amonestaciones públicas, chismes y el clásico mobbing, que no es más que una técnica para sacar al individuo de sus casillas.
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El que busca, encuentra. En cierta ocasión el jefe de un subordinado que era excelente en su área pidió que cada quien se circunscribiera a sus funciones. Meses después, ¡oh, sorpresa!, es el jefe quien está violando su propio precepto forzando al subordinado a hacer cosas que realmente no son de su competencia. Cuando el subordinado le recordó aquella petición, el jefe reaccionó airado. Y ahora pregunto, ¿cómo se le llama a esto?
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