República Dominicana, por motivos aparentemente inexplicables, es la víctima preferida de países grandes que parecen seguir el lema de que el pez grande se come al pequeño. En los últimos días se han visto los casos de España y Costa Rica en dos escenarios bastante diferentes pero con el mismo resultado: rechazo de sus pretensiones por parte de nuestras autoridades.
El primer caso califica casi de insólito, y es que en España el sistema judicial ha puesto en libertad a un violador en serie conocido como "El Violador de Vall d'Hebrón" y que originalmente estuvo condenado a 311 años de prisión, de los cuales solo cumplió 16.
¿Qué motivó a la justicia española a poner en libertad a tan nefasta figura? Nadie lo sabe. Si España fuera a quedarse con su desecho humano, no fuera problema de más nadie. Pero resulta que ni su familia ni su país lo desean allí. Entonces alguien tuvo la brillante idea de gestionar su traslado a RD, como si ya aquí no tuviesemos suficientes problemas. Si ese señor no cabe en España, la tierra que le vio nacer, aquí menos. Hace mucho que el colonialismo dejó de existir.
Por su parte, Costa Rica ha desatado una campaña difamatoria contra el país porque al parecer no desea que RD obtenga un puesto en el Consejo de Seguridad de la ONU, puesto al que también aspira. Las campañas sucias nunca han dado resultados, sin embargo, se siguen usando. Qué mundo este.
Todo esto se suma a la difamación de la RD a manos de Francia, Canadá y otras naciones ricas y poderosas que pretenden que nos hagamos cargo de los haitianos, quienes cada día aumentan su presencia de manera ilegal en territorio dominicano. ¿Hasta donde vamos a llegar?
El primer caso califica casi de insólito, y es que en España el sistema judicial ha puesto en libertad a un violador en serie conocido como "El Violador de Vall d'Hebrón" y que originalmente estuvo condenado a 311 años de prisión, de los cuales solo cumplió 16.
¿Qué motivó a la justicia española a poner en libertad a tan nefasta figura? Nadie lo sabe. Si España fuera a quedarse con su desecho humano, no fuera problema de más nadie. Pero resulta que ni su familia ni su país lo desean allí. Entonces alguien tuvo la brillante idea de gestionar su traslado a RD, como si ya aquí no tuviesemos suficientes problemas. Si ese señor no cabe en España, la tierra que le vio nacer, aquí menos. Hace mucho que el colonialismo dejó de existir.
Por su parte, Costa Rica ha desatado una campaña difamatoria contra el país porque al parecer no desea que RD obtenga un puesto en el Consejo de Seguridad de la ONU, puesto al que también aspira. Las campañas sucias nunca han dado resultados, sin embargo, se siguen usando. Qué mundo este.
Todo esto se suma a la difamación de la RD a manos de Francia, Canadá y otras naciones ricas y poderosas que pretenden que nos hagamos cargo de los haitianos, quienes cada día aumentan su presencia de manera ilegal en territorio dominicano. ¿Hasta donde vamos a llegar?
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