Ahora que estamos viviendo en la era de la información y el conocimiento, donde la Internet y las computadoras son herramientas indispensables, se hace necesario aprovechar las facilidades que nos ofrecen estas tecnologías.
Mucho se habla de brecha digital, un mal que se da en prácticamente todo el mundo. En efecto, este término fue acuñado durante la administración Clinton en Estados Unidos y el mismo se refiere a las diferencias socio-económicas entre la población que tiene acceso a las tecnologías de la información y la comunicación y aquellas que no lo tienen. Esta brecha puede referirse en parte a la diferencia generacional, y por otro lado, a la brecha económica.
República Dominicana no escapa a estas realidades, y de cara a una globalización que por más que queramos no se puede negar, más que nunca necesitamos estar conectados al resto del mundo para poder compartir experiencias y lograr ventajas competitivas que nos permitan sobrevivir en este nuevo orden que se está viviendo.
En términos de infraestructura tecnológica y de telecomunicaciones, República Dominicana siempre ha ocupado una posición privilegiada. Nuestro problema es más de conectividad y acceso a las tecnologías. El actual Gobierno, siguiendo la visión que ya había trazado en su primer mandato 1996-2000, está haciendo grandes esfuerzos por llevar conectividad a Internet a todos los puntos del país, sin importar que se trate de zonas rurales o muy apartadas.
Indotel y el Despacho de la Primera Dama han instalado centros de capacitación en informática (CCI) y centros tecnológicos comunitarios (CTC) en prácticamente toda la geografía nacional, y hacen una gran instruyendo a los dominicanos en el uso y entendimiento de computadoras, Internet y otras tecnologías de gran utilidad. Sin embargo, para que estas cosas realmente cumplan con su cometido, tiene que haber un firme compromiso de las autoridades locales para que este entusiasmo se mantenga y se logren nuevas vías para alcanzar desarrollo.
Mucha gente subestima el poder de la Internet y la posibilidad de hacer negocios y trámites por esta vía. Hay también quienes consideran que no hay suficiente nivel de escolaridad en RD para sacar provecho a estas cosas, y que estos esfuerzos son una pérdida de tiempo. Tal como pude constatar recientemente, esto no es así. Hay ejemplos que demuestran lo contrario.
En una próxima entrada relataré la experiencia de tecnología en la comunidad de Los Botados, Yamasá (Monte Plata), según fuera relatada por los artífices del proyecto de ciudad digital que se desarrolla allí. La verdad es que tenemos un gran futuro por delante, y hay que aprovechar las harramientas que están a la mano.
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