JOSE MENDEZ, AUTOR DEL ARTICULO
Dilecto y caro amigo, te escribo estas líneas porque no puedo detenerte en medio de tantas actividades y compromisos que desde tu despacho te esperan. Ya no sé donde vives, y parece que no ha tenido tiempo para invitarme a tu nuevo hogar. Eso lo entiendo.
Es normal, ya no debo llamarte por apodos ni diminutivos. No me invitas como antes a reflexionar el por qué Don Juan era la esperanza del pueblo de entonces. Ayer cumplió 34 años el derrocamiento de Salvador Allende. Lo más importante para mí es que me hayas convocado al acto en el San Lázaro, como en efecto lo hiciste, el 11 de septiembre de 1978 , acto del que se cumplieron ayer 29 años. Ahí estuve cuando a penas había cumplido 14 años de edad.
A veces me pregunto qué buscaba a tan temprana edad en esos avatares de la política, si no fuere por la asimilación del pensamiento político de un hombre admirado y respetado por mi desde los primeros años en que escuché hablar de división de clases y medios de producción de República Dominicana y el concepto de líderes y masas, entre otros temas que coparon mi atención.
Nunca olvidaré los aplausos de liberación, con ritmo similar a un caballo de paso fino, que nos diferenciaban de otros.
En nombre de mis compañeros de entonces y mis amigos de siempre, estoy colocando una flor en el jardín de la consciencia para que no quede en el olvido nuestra gratitud para con el pueblo chileno.
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