Para cualquiera que me conozca o me siga resulta más que evidente que mi nombre no es Samuel, pero el título es una metáfora de algo que sucede a menudo: gente que tiene un problema con una persona en particular pero que no sabe desligar la situación de otras personas que no le han hecho nada.
Samuel puede ser cualquiera. Es un nombre al azar que buscar demostrar el punto de que si usted tiene un problema con “Samuel”, “Ana”, “Ricardo” o “Susana” otros no tienen por qué pagar los platos rotos de su mal humor e inconformidad.
Es de mal gusto ir por la vida maltratando gente que no tiene la culpa de sus problemas y que quizás podría incluso resultar de ayuda en esos casos.
Si usted no sabe diferenciar y trata a todos según su estado de ánimo, entonces váyase a una montaña y aléjese de la civilización. El mundo será mejor lugar así.
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