"No tengo tiempo" parece ser el lema de la gente de este tiempo, sin importar que sean jóvenes estudiantes, adolescentes o adultos ya establecidos con familia propia y las responsabilidades de lugar.
Imagen: Deviant Art. |
Ultimanente los días transcurren de una forma muy monótona: te levantas, vas al trabajo, vuelves a la casa y, a dormir, si es que las obligaciones lo permiten. Fines de semana se van en diligencias y, dependiendo del caso, en cuestiones relacionadas al trabajo. Actividades como ir a la playa, viajar y hasta cuidar la salud de manera preventiva se dejan para cuando haya vacaciones, con el agravante de que algunos trabajos y circunstancias no permiten tomar ese merecido descanso.
¿A qué se debe tanta prisa? ¿Cómo es que los días, semanas y meses parecen pasarnos por encima sin siquiera darnos cuenta? Es muy duro detenerse un día y pensar en cómo en un pestañeo ya se ha ido casi la mitad del año y que por cuestiones que a veces nos son ajenas no se le ha podido sacar el mejor provecho.
En el caso particular dominicano no ayuda el hecho de que estamos en un año electoral. Hace mucho que la actividad política propia de la época interrumpe la cotidianidad con su carga de chismes, análisis, acusaciones, bandereos, mítines y demás. La prensa, la televisión y las redes sociales viven saturadas del tema, al punto que varias personas han manifestado su desagrado ante el fenómeno.
Podrá lucir como una excusa, pero el hecho de que estamos en menesteres políticos es una de las causas por las que la primera mitad de este año parece haberse ido más rápido de la cuenta, al menos desde el punto de vista de productividad. Es posible que si se ve desde la óptica de la política parezca ir muy lento por aquello de que lo malo suele durar mucho.
¿Saldremos de este estupor una vez concluya el proceso electoral? Ojalá. Lo lamentable es que este es un pueblo eminentemente político y este fenómeno tan solo empeorará con cada torneo electoral futuro. La razón por la que perdemos tanto tiempo tiene mucho que ver con esta situación, y si no lo creen así solo pónganse a pensar en la cantidad de cosas que se ven afectadas y hasta paralizadas porque "estamos en política".
Se pierde tiempo dando seguimiento a noticias que derivan en chismes, en tapones provocados por la forma poco práctica de hacer política y en cuestiones que bien podrían calificarse de absurdas. Todo sería más práctico aplicando el enfoque de "menos es más": menos anuncios, menos bandereos y menos chismes para trabajar de manera más eficiente.
Por supuesto, la actividad política no es la única razón por la que los días parecen ir demasiado rápido. Eso es solo una coyuntura que aplica a este y muchos otros casos más. Una causa palpable de esta prisa es la tecnología: la misma que facilita comunicación a cualquier hora y en cualquier lugar nos ha hecho esclavos de nuestros trabajos y de las circunstancias que nos rodean.
Lo primero que hacemos al levantarnos es coger un celular y eso también es lo último que hacemos antes de irnos a dormir. Tenemos un bombardeo incesante de información que ha alterado nuestra capacidad de retención y de atención. Ahora ya casi nadie lee un artículo completo, sino que le pasa por encima con la vista para hacerse una idea general. Para colmo, la basura arropa los contenidos que valen la pena, de ahí que los usuarios de redes sociales parezcan ejércitos de robots repitiendo la misma cosa.
A veces dan ganas de volver a tiempos más simples, donde las conversaciones cara a cara eran la norma y la vida parecía ir a un ritmo más apacible. Tanta tecnología a la mano, paradójicamente, nos está aislando y convirtiendo en casi máquinas. Revertir la tendencia no será fácil.
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