Cuando el dominicano viaja al exterior, lo más común es que a su regreso comparta con familiares y amigos sus experencias sobre el viaje. Una de las cosas que más me ha llamado la atención a través de los años es el asombro que provoca en el dominicano que visita las grandes urbes de Estados Unidos, Europa, Asia y hasta Latinoamérica, la limpieza y el orden que imperan.
Cuando regresan a su patria, comentan al vecino: "oye, pero que ciudad más limpia y ordenada... ya quisiera que la nuestra fuese así. Y si tiras un papelito, se te tira la poli encima y te meten una multa". De tan común frase se pueden sacar al menos dos conclusiones: la primera, que nos gusta la limpieza. Y la segunda, que hay que hacer cumplir la ley, pero al mismo tiempo ir creando conciencia en la ciudadanía sobre el rol activo que debe tener en su comunidad.
Si todos ponemos nuestro granito de arena, otra cosa fuera nuestra realidad. Por años la gente se agarra de que el gobierno no resuelve, que las autoridades son ciegas ante los problemas, y un sinfin de quejas. Pero raras veces se une el pueblo para demandar pacíficamente la solución a los problemas. Y más raro aún es que la colectividad de un barrio o sector decida enfrentar conjuntamente los males que afectan a su comunidad en particular. La gente prefiere hacerse el "chivo loco", y de paso contribuye al deterioro del que tanto oimos hablar, deterioro que está arropando todo a todos los niveles.
A través de este blog pretendo hacer llegar un mensaje de unificación, que lejos de ser un cliché, puede tener grandes resultados en poco tiempo. Para ilustrar el punto, pongo el siguiente ejemplo: el elevado de Los Alcarrizos, además de haber solucinado un gran problema de tránsito por la zona, se ha convertido en un elemento de belleza en el lugar. En estos momentos, la parte inferior de esta obra está repleta de anturios florecidos, brindando un espectáculo visual sumamente agradable. A la clara, a este elevado se le da cierto mantenimiento periódico. Pero por un momento, imagine que en vez de flores, sea basura lo que arrope todo. ¿Nada agradable, verdad? A la mente llegan imágenes de moscas, mimes, ratones y perros realengos rebuscando entre la basura.
Históricamente ocurre que se invierte dinero en una obra, por par de meses queda cuidada, y al tiempo, cae en el olvido. Se torna sucia, fea, desagradable. Y al cabo de varios años que parecen interminables, otra vez se invierte dinero en esa misma obra, sea para restaurarla o reconstruirla, y nueva vez empieza el ciclo, que es en realidad un círculo vicioso. Ningún país puede progresar si gasta dinero una y otra vez en las mismas cosas. Por eso es tan importante educar a los hijos a cuidar las cosas, pero antes de eso, nosotros mismos, los adultos que inspiramos y enseñamos a nuestros hijos, tenemos que aprender a valorar y cuidar nuestro entorno.
Cuando regresan a su patria, comentan al vecino: "oye, pero que ciudad más limpia y ordenada... ya quisiera que la nuestra fuese así. Y si tiras un papelito, se te tira la poli encima y te meten una multa". De tan común frase se pueden sacar al menos dos conclusiones: la primera, que nos gusta la limpieza. Y la segunda, que hay que hacer cumplir la ley, pero al mismo tiempo ir creando conciencia en la ciudadanía sobre el rol activo que debe tener en su comunidad.
Si todos ponemos nuestro granito de arena, otra cosa fuera nuestra realidad. Por años la gente se agarra de que el gobierno no resuelve, que las autoridades son ciegas ante los problemas, y un sinfin de quejas. Pero raras veces se une el pueblo para demandar pacíficamente la solución a los problemas. Y más raro aún es que la colectividad de un barrio o sector decida enfrentar conjuntamente los males que afectan a su comunidad en particular. La gente prefiere hacerse el "chivo loco", y de paso contribuye al deterioro del que tanto oimos hablar, deterioro que está arropando todo a todos los niveles.
A través de este blog pretendo hacer llegar un mensaje de unificación, que lejos de ser un cliché, puede tener grandes resultados en poco tiempo. Para ilustrar el punto, pongo el siguiente ejemplo: el elevado de Los Alcarrizos, además de haber solucinado un gran problema de tránsito por la zona, se ha convertido en un elemento de belleza en el lugar. En estos momentos, la parte inferior de esta obra está repleta de anturios florecidos, brindando un espectáculo visual sumamente agradable. A la clara, a este elevado se le da cierto mantenimiento periódico. Pero por un momento, imagine que en vez de flores, sea basura lo que arrope todo. ¿Nada agradable, verdad? A la mente llegan imágenes de moscas, mimes, ratones y perros realengos rebuscando entre la basura.
Históricamente ocurre que se invierte dinero en una obra, por par de meses queda cuidada, y al tiempo, cae en el olvido. Se torna sucia, fea, desagradable. Y al cabo de varios años que parecen interminables, otra vez se invierte dinero en esa misma obra, sea para restaurarla o reconstruirla, y nueva vez empieza el ciclo, que es en realidad un círculo vicioso. Ningún país puede progresar si gasta dinero una y otra vez en las mismas cosas. Por eso es tan importante educar a los hijos a cuidar las cosas, pero antes de eso, nosotros mismos, los adultos que inspiramos y enseñamos a nuestros hijos, tenemos que aprender a valorar y cuidar nuestro entorno.
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