Una situación de lo más curiosa se ha dado hoy en las redes sociales dominicanas.
De manera específica, hay un llamado en Twitter a bloquear al Diario Libre, siendo la razón un editorial publicado en fecha 29 de noviembre de 2021 bajo el título "Orgullo patrio, no xenofobia".
El título hace un llamado sensato, y en general el editorial es también un texto sensato, hasta que se llega al tecer párrafo:
Ese sentimiento xenófobo ha comenzado a aflorar y a fortalecerse en la República Dominicana, alimentado por la compleja situación que se vive en la vecina Haití, y hay que tener cuidado, porque se presta para las injusticias.
¿Dónde está el problema? Para empezar, este breve editorial, de apenas cuatro párrafos, pretende simplificar en unas pocas líneas un problema muy complejo que por décadas ha tenido incidencia en la República Dominicana.
El párrafo señalado, que es la parte más objetable de todo el escrito, procede a afirmar que la xenofobia está "aflorando" y "fortaleciéndose" en el país.
¿Será cierto? Veámoslo desde un punto de vista genérico: la xenofobia es una realidad mundial, no exclusiva de ningún país.
En general, República Dominicana ha sido más que hospitalaria con haitianos, venezolanos, italianos, españoles y cualquiera que quiera asentarse aquí. ¿Hay ciudadanos a los que les molestan los extranjeros? Posiblemente, tal como ocurre en el resto del mundo. ¿Nos hace eso un país xenófobo? No.
Un editorial es una opinión, y este caso no es la excepción. El llamado que se hace es sensato, pero en esta época hay que tener mucho cuidado con la forma en que se plantean las cosas.
La gente de este tiempo carece en su mayoría de la habilidad de lectura comprensiva, y es por eso que cosas totalmente inofensivas se malinterpretan y causan una crisis a varios niveles.
Lo de hoy con Diario Libre es justo eso, una crisis, desatada nada menos que en redes sociales. Así como hay un llamado a boicotear al medio, hay quienes consideran que la reacción ha sido exagerada y que no es para tanto.
El hecho de que quien escribe ese editorial no es nativo del país ha sido también motivo de ataque, y eso no es nada sorprendente en el contexto.
Antaño, cuando la gente estaba en desacuerdo con un editorial, se mandaba una carta de queja y, en ocasiones, se dejaba de comprar ese periódico, aun fuera por un tiempo.
En esta época de redes sociales e hiperconectividad, la reacción es distinta y de mucho mayor alcance. Es posible que no se logre bloquear a Diario Libre en Twitter de manera directa, pero el daño ya está hecho y puede tener consecuencias en el largo plazo en términos de relevancia digital, anunciantes, etcétera.
Llama la atención que Diario Libre no ha dado la cara hasta ahora en esta situación, y esa es una estrategia que también podría tener consecuencias negativas en el plazo inmediato.
La comunicación en estos tiempos es un asunto muy delicado y truculento, matizado por cuestiones de wokeísmo, sensibilidad extrema, desinformación y posverdad. Es un campo minado y, desafortunadamente, se hace cada vez más difícil de navegar,
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