La humanidad vive una crisis en lo que respecta a convivencia. Llegamos a los sitios y al decir “buenos días” la mitad de la gente se queda callada, cuando no es que son todos. Ya nadie pide permiso, ya nadie da las gracias y ya nadie pide las cosas amablemente.
La falta de modales es doble vía: en situaciones de servicio al cliente no es solo que quien requiere servicio asume una actitud arrogante y poco amable en la mayoría de los casos, sino que quien tiene a cargo ofrecer el servicio de su parte asume una actitud desdeñosa y de hartazgo.
La gente de este tiempo, atento a prisa, malas condiciones laborales, los problemas del día a día y el influjo de tecnología que aunque beneficiosa hace daño a la larga por uso indebido, carece de amabilidad, decencia y modales. Es una época en la que todo va y todo se vale. La gente molesta a cualquier hora gracias a la facilidad del chat. Vive brechando y asechando al otro. Ya no hay hora para la comunicación ni mucho menos consideración o modales a la hora de ello.
Ya nadie llama: ahora todo es por chat, y con ello se han perdido el rigor y la formalidad de una comunicación que antaño funcionaba. Antes, con llamar a una persona, quedaba todo resuelto y coordinado. Ahora, atento a modernidad, las preguntas se quedan sin respuesta y entonces, al insistir, pasamos por necios. ¿Quien entiende?
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