El dominicano es un personaje muy peculiar: lo que le sobra en tigueraje lo compensa con una ignorancia que raya en lo simple y conformista, porque es más fácil hacerse de la vista gorda que exigir.
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Ahora que varias situaciones parecen estar fuera de control y que se exigen acciones y correctivos, es importante saber cómo llegamos a esto. La respuesta, al menos al nivel más básico posible, es ese legendario conformismo que fue inmortalizado en camisetas ochenteras y noventeras dirigidas a turistas y que rezaban "SANTO DOMINGO. NO PROBLEM".
¿Se acuerdan de ellas? Resulta que eso, más que un eslogan, resume nuestra idiosincrasia de manera muy sucinta y realista. Ese "no problem" es lo que nos hace capaces de aguantar cualquier cosa con una sonrisa de oreja a oreja, una actitud admirable y que muchos equiparan con bienestar mental, aún cuando esto no es más que una gran mentira.
A continuación, algunos ejemplos clásicos del dominicanísimo "no problem":
- ¿Se está cayendo el puente? No hay problema: hasta que aguante lo seguimos cruzando, y el que se queje es un necio, un aburrido o un cobarde.
- ¿Comer en la calle? Súper sano y seguro. Eso no es na' que la chinera se seque el sudor con el mismo paño que usa para limpiar el cuchillo, mientras que el humo de los carros da sabor extra a esas empanadas fritas con aceite de hace cinco días. El que diga que esto es antihigiénico anda privando en frutafina.
- ¿Te pasaste de la esquina? No seas bruto: róbate el pedazo en via contraria y gana tiempo. Seguir las reglas es de pendejos, y, total, el golpe avisa.
- ¿Te paró el policía por andar sin luces? Resuelve con par de (cientos) de pesos.
- ¿Te duele la cabeza? Tómate una aspirina. ¿La garganta? Antibiótico contigo. Y no vengas con pendejadas de que eso te da alergia o te hace daño, que eso es de riquitos y blaquitos.
- ¿No cabe por ahí? No importa. Haremos que quepa, aunque rompamos la calle y violemos 30 leyes en el proceso. Total, aquí nadie cumple nada y todos hacen lo que les da la gana.
Imágenes: kerisa.net y Ke Difícil |
No es una exageración. Así piensa la colectividad dominicana. Todo se puede, nada tiene consecuencias y nada tiene importancia. Quejarse denota perturbación mental o exceso de delicadeza de parte de quien osa pronunciarse en esos términos.
¿La paradoja? Esa es la misma gente que sueña con largarse a un país donde haya orden y condiciones menos absurdas.
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