Un recuento histórico
Ocho años atrás, cuando el fenómeno de los blogs estaba en sus buenas, se hizo práctica común que la gente sacara una de estas bitácoras digitales, a veces por moda, a veces con un propósito real, y lo dijera con un orgullo extraordinario, como si ser bloguero fuera lo mejor del mundo.
Algunos blogs realmente rompieron el molde, como fue el caso de Remolacha, fenómeno digno de estudio cuyo éxito raya en la jocosidad de sus títulos y que es en realidad un agregador de contenidos. Otras propuestas quisieron aplicar un enfoque orgánico, con material original que incluía puntos de vista y que de paso cuidada la ortografía, usualmente maltratada por el común de la gente.
Publicación de Business Week de 2005 |
De esa época se recuerdan blogs como Duarte 101, Ahí e' que prende, En segundos e Imágenes Dominicanas. Algunos desaparecieron, otros permanecen y otros más han evolucionado a algo más que un blog.
Pasaron los años y la fiebre se fue apagando. Paulatinamente esos blogs, sobre todo aquellos que se habían creado "porque sí" o para cumplir requisitos de gente en medios que insistía en que era obligatorio para periodistas tener una de estas cosas, se fueron dejando al abandono. Hubo gente que responsablemente se despidió, otros bajaron la frecuencia de sus publicaciones hasta quedar en cero y la gran mayoría dejó eso de golpe y porrazo. Total, que un blog no deja, al menos en la mayoría de los casos, y consume tiempo.
¿Dónde estamos hoy? No podemos decir que los blogs han desaparecido del todo. Durante su boom fueron vistos como una herramienta que podía ser útil para narrar acontecimientos sin las ataduras de los grandes medios y los intereses que usualmente permean todo. Es cierto que los blogs cumplían con este objetivo, y ahí está el caso del Huffington Post, que al día de hoy no es un blog pero empezó como tal. Sin embargo, y es algo que todavía ocurre, pocos medios tradicionales se aventuran a confiar en lo que publica un blog, y con buenas razones: demasiada gente, queriendo generar tráfico, hizo un uso poco ético de la herramienta, con el resultado de que todos pagan.
Quizás un blog como fuente de noticias no sea lo más idóneo, y por eso con el paso de los años fue cambiando la dinámica. Fueron surgiendo los blogs temáticos, como los de tecnología y modas, y también los de opinión personal.
La "blogósfera" dominicana
Al conjunto de blogs de un país o comunidad se le llamaba "blogósfera" en su momento, y si bien el término sigue vigente, suena algo desfasado, al igual que la palabra "bloguero", que es bien fea. Pero bien. ¿Qué ha pasado con la blogósfera dominicana? Nada. Se desintegró, como quien dice, por un asunto de egos, protagonismo y malas prácticas.
Imagen: betternetworker.com |
Se dio mucho el caso de copy-paste descarado que generaba más tráfico que las fuentes originales, fenómeno que todavía se sigue dando y que irrita bastante. Asimismo, hubo un tema de exclusión que sigue presente y que solo se explica por una cuestión de egoísmo, mediocridad, temor a que otros sean mejores y falta de compañerismo.
Un vistazo a cómo es la sociedad dominicana, y en realidad no sorprende nada que haya sido este el desenlace de la famosa blogósfera dominicana, la cual, a juicio de Darío Martínez Batlle, nunca existió.
En cuestiones de negocios, el dominicano ha demostrado ser muy "agarrado" con sus cosas, interesado solo en su propio bienestar, algo que contrasta enormemente con nuestra fama de ser hospitalarios. En cuestiones de blogs y medios independientes se observa esta misma conducta, contribuyendo la misma a que el público no tenga acceso a mejores fuentes informativas y a que República Dominicana tenga una presencia nula a nivel de Iberoamérica en estas cuestiones (¿cuantas publicaciones dominicanas sirven de referencia a nivel internacional? Ninguna).
Al día de hoy ya no se habla de blogs por una cuestión de evolución, pero las mismas prácticas dañinas siguen ahí, haciendo de las suyas. Visto así, la cuestión no es determinar si hay una blogósfera dominicana, ni siquiera es revivirla en caso de determinarse que no. Más que todo eso, la cuestión es ver cómo los buenos contenidos destacan por encima de tantas cosas sin valor que de alguna forma u otra llegan al público.
Quizás sea que a la gente realmente le da tres pitos leerse cualquier disparate, o quizás están tan acostumbrados a lo malo que no se dan cuenta de que hay alternativas mejores. Una tercera posibilidad es que esas personas que hacen malos contenidos, sea porque no saben escribir o porque roban material ajeno, tengan un tigueraje muy fuerte en su manejo y por eso lleguen a las masas. Quien sabe, puede que hasta sea una combinación de estos factores.
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