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Las últimas veces que he ido de visita a Santiago, específicamente a Villa González, he notado un mal olor que llega con la brisa. La primera vez, lo dejé pasar por alto, pensando que a veces la brisa trae cosas desagradables. Sin embargo, la segunda vez, al ser tan persistente, aún cuando no había brisa, decidí preguntar a los de la casa de mi abuela si sentían el olor. Todos, incluyendo mi abuela, respondieron afirmativamente y me dijeron que eso viene pasando desde que montaron unas pocilgas por el área.
Desconozco el proceso de ganadería y lo que implica procesar productos de procedencia porcina, pero basta decir que la palabra "pocilga" lo dice todo. Quizás si esos cerdos estuvieran a modo de mascota, no fuera nada. Sin embargo, al decir de mi abuela y otras personas más que frecuentan su casa en cada visita, no se trata de una mera pocilga como tal, sino que incluye un matadero y que fabrican embutidos y otros productos.
A propósito de la discusión surgida hace unas semanas en torno al salami y el poco valor nutritivo que tienen estos productos conjutamente con otras propiedades que en la mayoría de la gente produjeron asco, surge la necesidad de regular estas cosas. Induveca y otros fabricantes establecidos se quejaron de que estaban siendo señalados injustamente y que el verdadero problema viene de esas fábricas de patio donde se fabrican salamis y otros productos sin ningún tipo de regulación.
Esto debería ser motivo más que suficiente para que las autoridades hagan su trabajo de verificar esas operaciones clandestinas y aplicar las sanciones de lugar a los propietarios y de paso clausurarlas, con un informe pormenorizado distribuido en la prensa nacional. Si el debate en torno al salami y la poca salubridad asociada a ese producto no es motivo suficiente, entonces quizás el mal olor que despiden esos sitios y que permean todo un pueblo lo sea.
Es muy desagradable ir de visita a la casa de la abuela o de quien sea en el campo y toparse con ese olor tan desagradable, aún cuando la pocilga no está a una distancia visible. Este problema no solo ocurre en Villa González, sino que en la ciudad de Santiago es común por igual. En una zona céntrica de la ciudad, donde hay un hotel, había ese mismo problema hace unos años: todo muy bonito por el área, el hotel acogedor, con un café al aire libre. El único problema es que al salir, daba de golpe un olor desagradable en la cara, algo así como una mezcla de lodo y excrementos que debe ser magnífica para enfermar gente. Nos dijeron los del hotel en esa ocasión que el problema eran unas granjas porcinas no reguladas que operaban por el área.
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