"Las oportunidades son calvas y se agarran por los cabellos". La primera vez que oí semejante frase me pareció un tanto cómica y paradójica a la vez porque, si son calvas, ¿dónde están los cabellos? Sin embargo, un análisis más serio y profundo deja la idea bien clara: cuando se presentan oportunidades hay que hacer lo posible por aprovecharlas porque son escasas.
El problema con las oportunidades es que a veces no las sabemos reconocer como tales, y las dejamos pasar. Después, cuando ya ha pasado algún tiempo, es que nos damos cuenta de la oportunidad que hemos dejado pasar, y el lamento no se hace esperar.
Se trata de una situación que se da todos los días y a varios niveles, no solo personal. Hay historias conocidas de negocios que por falta de visión dejaron pasar oportunidades de oro y que fueron luego aprovechadas por sus rivales. Abundan por igual las historias de índole personal de oportunidades perdidas y de gente que ante una oportunidad perdida ruega por un chance.
En un mundo de cambios tan rápidos y donde hay una tendencia histórica a resistirlos es necesario mantenerse en constante observación. Hay gente que se adapta más fácil que otras, y lo mismo pasa a nivel corportativo: algunas compañías son realmente buenas en este asunto de cambios, otras de resisten y luego pagan las consecuencias.
Resulta obvio que las oportunidades no se andan presentando todos los días y que no todas van a ser de provecho aún se reconozcan como tal. La clave en todo esto es observación y mantener la idea de que nada en esta vida es constante. Adelantarse a los cambios no es fácil porque requiere de cierto grado de adivinanza, pero el mero hecho de reconocer esta realidad allana el camino y ello quizás permite sacar un mejor provecho a las oportunidades que se presentan.
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