Imagen: the chronicles of retards |
Cuando hablamos de tapones siempre señalamos como culpables a los choferes de carros de concho, guaguas voladoras y demás formas de transporte público. Se trata, después de todo, de un grupo variopinto que se para a desmontar y recoger pasajeros en cualquier sitio, sobre todo en aquellos que tienen un letreo de NO PASAJEROS, que no respeta semáforo en rojo y que en general contribuye al caos en más de un sentido.
Sin embargo, los choferes de concho no son los únicos culpables de los tapones que día tras día sufrimos los dominicanos. Hay un factor que casi siempre pasa desapercibido en los análisis que se hacen del tema y que tiene que ver con la lentitud que exhiben muchos conductores a la hora de reaccionar ante obstáculos o de seguir las más elementales reglas de tránsito.
Así, por ejemplo, no es raro que estando en una intersección controlada por semáforo haya que tocar bocina varias veces al que está delante cuando el semáforo se pone verde. Yo no sé si es que se duermen, si es que ponen la palanca en P, si es que ponen la emergencia o si es simplemente que se distraen con cualquier cosa, pero lo cierto es que por los conductores de alante no atender sus cartones se pierde el tiempo. Hay muchos semáforos que apenas dan un pestañeo y ya están rojos, de tal manera que si el de alante pierde tiempo se va formando una tremenda cola detrás, además de que los que están del lado contrario de la intersección aprovechan eso para irse metiendo.
La lentitud no es solo para reaccionar frente a un cambio de semáforo. En incontables ocasiones he visto gente que crea falsos tapones porque no es capaz de tomar una decisión rápida en situaciones donde hay obstáculos inesperados. Hay gente que teniendo el carril de al lado casi vacío insiste en entorpecer a otros colocándose en la cola de la fila más larga. También he visto gente que dura una eternidad en cambiar de un carril a otro, muchas veces teniendo oportunidad de hacerlo, y de paso atajando a otros que no pueden seguir su camino tranquilamente.
¿Y qué con esas intersecciones donde no hay semáforo? Una espantosa mayoría desconoce las reglas de la preferencia, muchas veces parándose en sitios donde tienen la preferencia y dando paso a vehículos que vienen bastante lejos. Esto, lejos de ser un acto de caballerosidad y/o decencia, es simplemente un acto de ignorancia que hacer perder el tiempo a otros conductores. Y, por supuesto, está el caso de gente que simplemente le gusta andar a 30 en avenidas donde en promedio los demás andan a 60, cosa que les convierte en un imán para bocinas e insultos.
Conclusión: de los tapones todos somos culpables de alguna forma u otra, pero entre choferes de concho y gente lenta no se sabe qué es peor.
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