No hay una cosa más egoísta e insaciable que el ser humano. Siempre buscando cómo sacar provecho a sus amigos y enemigos, siempre buscando la manera de obtener más beneficios y nunca conforme con lo que tiene. Así vemos el ejemplo clásico del que tiene dinero: mientras más tiene más quiere, pero en esa medida menos gasta. El resultado es una fortuna amasada que luego será disputada por la descendencia, si es que tiene, a no ser que se decida dejar todo al perro, como ha pasado ya fuera de este país.
Ese egoísmo innato, ese afán de complacer sus deseos y anhelos a costa de otros, es la base de muchos problemas que se analizan sin llegar a conclusiones que sirvan de algo. Cada vez que sale en las noticias que un hombre mató a una ex pareja suya por el simple hecho de ésta haber tomado la decisión de separarse/rehacer su vida/buscar nuevos rumbos, el egoísmo es lo que está en la base. Sólo así se explica que el argumento se repota tantas veces y de manera tan trágica. El pensamiento es más o menos este: "si no es mía, no puede ser de más nadie", y ¡BAM!, resuelto el caso (en realidad, apenas comienza el lío).
Interactuando con gente a veces me resulta increíble la falta de consideración que hay hacia el prójimo, el afán de sacar provecho a las amistades, el egoísmo que prevalece en casi todas las relaciones, sean de pareja, de amistad o de familia. Hay gente que se inventa actividades y no conformes con que sus invitados van a invertir tiempo y dinero en seleccionar un regalo y atender el evento llevan las cosas más lejos y pretenden que cumplan con unas "reglas" especialmente establecidas para la ocasión. Así entonces se han puesto de moda las fiestas temáticas, y si bien a simple vista una cosa no guarda relación con la otra, en el fondo la hay.
La gente se ha puesto tan egoísta (o quizás siempre hemos sido muy egoístas pero guardábamos las formas) que ahora la gente le reclama a otra sin tener derecho. Y cuando se ponen a reclamar no se detienen a pensar en cómo están importunando a esa persona, no les importa si está cansada, si la interrumpen o si tiene sus propios problemas que resolver. Vivimos en tiempos muy complicados, de mucha presión, muchos tapones y pocas oportunidades de descanso real.
En lo particular, estoy harta de estar complaciendo gente que nunca se toma la molestia de complacerme, que da las cosas por sentado y que no lo piensa dos veces en arruinar la atmósfera con sus posturas infantiles y sensibles. Sinceramente, ese tipo de gente me tiene harta.
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