De que estamos en un mundo globalizado, no hay dudas: hoy es más fácil que nunca enterarse de cualquier cosa que suceda en cualquier país, por muy remoto que sea. A través de Internet y sus innúmeros recursos, desde periódicos hasta redes sociales como Twitter, nos enteramos de la escasez de agua en Venezuela, la persecución a los monjes tibetanos y el lío diplomático entre Argentina y Reino Unido.
Es también a través de Internet y sus herramientas que entramos en contacto con gente de todas partes del mundo, nos enteramos de los detalles más íntimos y entablamos relaciones que en ocasiones terminan bien o mal, según sea el caso. Tenemos acceso a catálogos de ropa, libros, muebles y accesorios. Incluso podemos comprar todo eso y más directamente al vendedor o a través de lugares como Amazon, que vende de todo.
Sí, gracias a este mundo globalizado es posible hacer compras virtuales en Estados Unidos, Europa y Asia, todo a través de varios clicks. Sin embargo, esto es solo en teoría.
De la misma forma en que hay grandes facilidades como consecuencia de este mundo globalizado, así también abundan los ciberdelitos, desde robo de identidad hasta fraudes electrónicos. La cosa es tan complicada que hay sitios en Internet que se rehúsan a hacer ventas interncionales, lo que va en detrimento de personas serias y honradas que tan solo desean aprovechar las facilidades existentes.
¿Mundo globalizado? Sí, pero a qué costo. Y lo peor de todo es que la gente no aprende a que mientras más información pone a la vista, má expuesto queda a los ciber ataques, de la misma forma en que no se ha aprendido a ignorar correos de procedencia sospechosa.
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