Foto: periódico Hoy
Las riadas que arrasan con barrios enteros son una vieja historia en este país, y en la mayoría de los casos es la misma gente la culpable de que estas cosas pasen.
.
El más reciente caso tuvo lugar en Villa González, municipio de Santiago conocido por su excelente producción tabacalera. Producto de los intensos aguaceros que han caído en los últimos días, el río Arrenquillo, prácticamente seco desde hace años, retomó su cauce y se desbordó, llevando cantidades masivas de lodo y agua a las viviendas aledañas.
Luego de la inundación, los reclamos y lamentos habituales: muertes, gente que lo perdió todo, reclamo de ayuda al Gobierno, petición de reubicación y un largo etcétera. Es cierto que el pueblo de Villa González está en total abandono, en parte por la mala gestión del síndico César Alvarez y por el mal momento por el que está pasando la industria tabacalera. Sin embargo, es una imprudencia hacer viviendas en el lecho de un río, aún cuando se haya secado.
Una tía que nació y se crió en Villa González me contaba que cuando era niña el río Arrenquillo se desbordaba con alguna frecuencia, y que en ese entonces aún tenía una corriente fuerte. Luego fue secándose poco a poco, hasta quedar un trillito de agua. Grande fue su sorpresa cuando en 1998 hizo una visita por esos lados y se encontró con todo un barrio lleno de familias. En ese entonces expresó preocupación respecto a lo que pudiera pasar si algún día el río reclamaba su lecho, tal como ha ocurrido.
Así como ha pasado en Villa González pasa cada año a orillas del río Ozama, del Isabela y otros más a lo largo del país. Hace falta que las autoridades impidan de manera firme el establecimiento de viviendas en lugares vulnerables como estos, porque tarde o temprano vendrán las consecuencias. Ya hemos visto las devastaciones de las tormentas Noel y Olga, y nadie quisiera que se repitan.
Rocio, el tema está tan explícito, que no hay nada para añadirle.
ResponderEliminar¡Qué pena!