Caricatura de Nicholson |
Reforma fiscal, déficit fiscal, inflación, devaluación, impuestos. Estos son términos que mucha gente no entiende del todo pero que ha aprendido a asociar con malas noticias, y hoy esa idea fue ampliamente reforzada cuando se dio a conocer la propuesta de reforma fiscal que aplicará el gobierno con la intención de aumentar sus recaudaciones.
¿En qué consistiría la reforma? Pues en más impuestos, una idea de aplicación mundial y que siempre ha encontrado oposición entre economistas y analistas financieros que constantemente llegan a la conclusión de que esa fórmula no sirve.
La lógica de esta escuela de pensamiento hace bastante sentido: mientras más impuestos se aplican a bienes y servicios, menos consumo hace la población por efecto de la inflación que ya viene implícita. Cuando se reduce el consumo, se contrae la economía, y, dependiendo del nivel de contracción experimentado, se pasa entonces a una situación de recesión donde la competitividad y la inversión extranjera pueden verse seriamente afectadas.
Un escenario como este tiene todos los elementos de una estanflación, un estado económico al que nadie debería aspirar pero que al parecer es la meta final de ciertos organismos internacionales que tienen entre sus manos la dirección de la economía mundial. De paso, parece ser la meta de aquí.
Siguiendo una receta que se ha ido repitiendo en varios ciclos económicos, ahora con más fuerza que nunca gracias a las malas decisiones de un grupito de poderosos que han manipulado a su antojo variables relativas a los mercados de valores y otras cosas más, tenemos una crisis mundial que tan solo empeora con las medidas de austeridad que promueven esos organismos. Estados Unidos, España, Italia, Portugal y Grecia son solo algunos ejemplos de una economía que no mejora por más cosas que se hagan.
Como se trata en efecto de una crisis mundial, que asoma su cabeza incluso en economías que aún se mantienen, como la británica y la alemana, la República Dominicana no está exenta, y en las últimas semanas se ha sentido. Primero fueron las advertencias del FMI en el sentido de que la situación era "sofisticada", y ahora el golpe duro: impuestos por un tubo, con todas las de perder para la clase media, que es la que termina absorbiendo la mayoría del impacto.
ITBIS a 18%, con la excepción de los productos de la canasta básica. Impuestos exorbitantes a las bebidas alcohólicas. 30% de impuestos a los servicios de telecable, 30% a los servicios de telefonía e internet y hasta se aplicarán impuestos al doble sueldo de navidad en el caso de que sobrepase los 33 mil pesos. Honestamente, ¿pretende el gobierno recaudar más fondos con unas medidas que tan solo harán que la gente deje de consumir aquello que no es estrictamente necesario?
Ese 30% de impuesto a los servicios de televisión por cable tan solo hará que muchas familias cancelen ese servicio, porque ese 10% adicional (selectivo al consumo, que antes no le aplicaba) impacta bastante sobre unos sueldos que probablemente se van a quedar igual. Aquellos que opten por cancelar el servicio quedarán entonces a merced de la televisión local, que es bastante mala y que raras veces aporta algo. Esta es solo una de las posibles consecuencias de las medidas adoptadas hoy, pero es quizás uno de los ejemplos más elocuentes.
La austeridad no funciona. Aumentar impuestos y coartar el consumo no funciona. Esto lo ha reconocido recientemente el Ministro de Asuntos Exteriores de Islandia y es una teoría que tiene sus raíces en el pensamiento keynesiano y respaldada por los premios Nobel Paul Krugman y Joseph Stiglitz.
¿Por qué se ha ido el equipo económico dominicano por el lado de los impuestos? Porque necesita recaudar fondos urgentemente y esa aparentemente es la salida más fácil. Esos fondos, presumiblemente, serían para cubrir la situación eléctrica y para complacer a ciertos sectores que llevan meses exigiendo que se cumpla con el 4% a la educación.
Sería injusto decir que es por culpa de ese reclamo del 4% que estamos ahora en esta reforma fiscal, pero no se puede negar que ha sido una de las excusas presentadas de manera más prominente. Para un gobierno que siempre está necesitado de más fondos, las circunstancias simplemente le resultan adecuadas, y ahí lo tenemos.
Hay otras formas de aumentar los fondos, y una de ellas tiene que ver con reducción de gastos, algo que jamás debe confundirse con austeridad. Sin embargo, cuando le dan a elegir, una mayoría casi absoluta de gobiernos en todo el mundo prefiere irse por lo "fácil": impuestos.
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