American Airlines: para muchos, la peor experiencia de vuelo

Viajar fuera del país tiene su parte buena y mala. Por un lado, a no ser que el viaje sea por enfermedad o diligencia, se tiene la oportunidad de conocer sitios nuevos y descansar de la rutina. Por el otro, tomar un avión es a menudo la peor parte de toda la experiencia.

 

Retrasos en vuelos, equipaje quedado y los chequeos de seguridad, más intensos luego de los atentados del 11 de septiembre de 2001, son algunos aspectos a los que nadie escapa y que contribuyen al tedio asociado a volar. Sin embargo, hay algunos detalles que son los que hacen la verdadera diferencia, y estos son inherentes a cada aerolínea.

 

Hay aerolíneas que se destacan por la amabilidad de su personal y las buenas atenciones. Otras se destacan por lo contrario, y en esta categoría entra American Airlines, una marca que a pesar de tener tantos años de presencia en el mercado dominicano aún no parece apreciar a la clientela que año tras año usa sus servicios y que por ende le genera algún tipo de ganancia.

 

Cierto es que mucha gente usa los servicios de American Airlines porque, según el destino al que se vaya, no queda de otra. Esos mismos clientes, cuando tienen la oportunidad de usar otras aerolíneas, hacen comparaciones que darían un insight sumamente valioso a American Airlines en caso de que tenga curiosidad de saber cómo se sienten sus clientes con el trato brindado.

 

Lamentablemente se ha demostrado a través de los años que a esta aerolínea, al igual que ocurre con otras empresas locales e internacionales, poco o nada le importan estas cuestiones, sobre todo porque tiene un mercado prácticamente asegurado y con poca posilibidad real de competencia. Por eso y más ocurren situaciones como la experimentada el pasado sábado en el aeropuerto de Miami por un grupo considerable de personas que venía para Santo Domingo en el vuelo de las 7:30 p.m.

 

Todo empezó de una manera un tanto inocente: en la puerta de embarque, con casi todos los pasajeros esperando pacientemente y un avión listo para recibir gente, hacen un anuncio por el altavoz: está todo listo, pero la tripulación aún no llega. En ese momento, cambió la hora de vuelo en la pizarra  de 7:30 p.m.a 8:00 p.m.

 

Media hora no es nada, ¿verdad? El retraso total fue de dos horas, y en interín no aparecía nadie capacitado para dar información confiable. En lo que aparecía la tripulación, otro anuncio, esta vez un cambio de puerta: ya no era la E9, sino la E6. La gente, ya impaciente, cumplió con moverse. Al llegar a la nueva área de espera, el counter estaba sin gente y las pantallas apagadas. Los comentarios no se hicieron esperar: que aerolínea tan mala, que personal tan desatento, son muy careros, el trato es una vergüenza, siempre dejan maletas, y así.

 

La puerta E6, lo mismo que la E9, está ubicada en una de las pocas áreas del Aeropuerto de Miami que no han sido remodeladas. Esto se notaba en el mal estado del techo, la pobre iluminación y el descuido de los baños. Peor aún, a diferencia de otras puertas de embarque dentro del aerpuerto, la selección de sitios de comida era sumamente limitada, lo que para algunos significó pasar hambre. 

 

Después de mucho esperar y muchas quejas relativas al trato que American Airlines dispensa a los dominicanos (debo decir que hay una diferencia considerable en vuelos de estado a estado dentro de EE.UU. con respecto a vuelos que van directamente a la RD), abordamos el avión cerca de las 9:00 p.m. A las 9:35 p.m., luego mucho amague, finalmente arrancó para llegar a Santo Domingo a eso de las 11:30, dos horas más tarde de lo previsto inicialmente.