"Organized chaos", de Maggie Hernández |
Podrá sonar totalmente contradictorio, pero es una realidad irrefutable: en sitios donde hay una fuerte presencia militar no se puede esperar que haya orden de ningún tipo. Contrario a sus principios esenciales, los militares, dentro y fuera de la RD, abusan del poder que les otorga su condición de uniformados, con un comportamiento que además de absurdo y previsible resulta asqueante a quienes lo tienen que aguantar.
Historias de policías corruptos son casi tan viejas como la humanidad porque parece que es cierto aquello de que la condición humana está siempre propensa a la corrupción del alma, al abuso, al orgullo y a la maldad. No es ninguna coincidencia que la historia del mundo está compuesta por un número importante de guerras, por historias de dominación, esclavitud y hasta matanzas, donde no se toma en cuenta que esas barbaridades son cometidas por gente contra sus mismos congéneres.
Pero bien, suficiente de historia, volvamos al presente. ¿Usted quiere garantizar que haya desorden y toda clase de atropellos y que no haya forma de denunciarlos efectivamente? Instaure un cuerpo militar para que maneje las cosas. Esa es la forma más expedita de garantizar que nada funcione, que los derechos de los usuarios de esos servicios o facilidades sean siempre violados y que nadie responda porque todos los responsables se tapan unos con otros. La cosa es aún mejor si están amparados bajo una autoridad superior cuya sola mención provoca los más variados temores, al punto que la gente tiembla y hasta se orina del susto.
Así es que está la cosa. Si un militar es que está detrás de cualquier situación anormal es una verdadera pérdida de tiempo intentar siquiera reclamar. Las burlas, las malas contestas en tono amenazante y los desafíos simplemente no se harán esperar. ¿Qué hacer? NADA. Cualquier cosa que se intente hacer para remediar la situación será en vano porque usted, a no ser que sea de la misma élite, no pasa de ser un buen pedazo de basura ante esa partida de militares.
Sonará absurdo todo esto, pero es una realidad que me ha tocado vivir por más de 6 años y que cada día empeora. Da mucha rabia reclamar por un derecho de manera decente y que al otro lado del teléfono (o en persona) salga un bestia con burlas y amenazas por el simple hecho de que se considera intocable. Pero es así, lamentablemente.
Comentarios
Publicar un comentario
Este blog no acepta vulgaridades. Modérese antes de comentar.