Imagen: The Sierra Madre Tattler |
La pura verdad es que a nadie le gustan las reuniones de trabajo. Hacen perder tiempo, interrumpen el flujo establecido, implican moverse de un lugar a otro y obligan a interactuar con gente que quizás no es la más adecuada o agradable.
Es un hecho que en ambientes de trabajo las tensiones personales existen, que en cada ambiente de trabajo hay gente que nos cae bien y que nos cae mal, que hay gente mala que esta dispuesta a serrucharle el palo al otro y que abundan los chismes y el lambonismo. Por si no fuera suficiente, suele haber gente en puestos de importancia que realmente no dan la talla pero que por motivos diversos se mantienen ahí, arrimándose de otros que sí saben lo que tienen que hacer pero que raras veces reciben el mérito correspondiente.
En una reunión lo más probable es que haya que enfrentarse a esa variedad de personajes, y, como no hay forma de evitar el encuentro, la mayoría de la gente lo que hace es poner una máscara neutra que no deja entrever emociones y participa de la manera más adecuada posible.
Fuera de este hecho inevitable, otro problema de las reuniones es que suele ocurrir que los convocados no llegan a la hora prevista, haciendo perder tiempo a quienes si llegaron a tiempo y a quien convocó, y de paso provocando cierta tensión que después resulta muy difícil de eliminar. Entonces, en este ambiente de por sí tenso se hacen las reuniones, y lo cierto es que cualquier cosa puede pasar dependiendo del motivo de la misma.
Es común que una reunión se extienda más de la cuenta porque se salió del tema central y derivó en algo totalmente alejado al propósito inicial. Encarrilar nuevamente la reunión por el camino correcto toma tiempo, y en ocasiones simplementente no se logra tal objetivo. A veces una reunión es detonante de conflictos que se manifiestan de varias formas: boches, voceadera, puñetazos sobre la mesa e intercambios de naturaleza personal. Si bien algunos pudieran gozar ante esta situación, para el resto probablemente sea algo muy tenso y desagradable.
Pero quizás el peor aspecto de las reuniones es que a menudo no resuelven nada, y eso, además de ser una pérdida de tiempo, deja una sensación de agotamiento mental entre los participantes. Esta última parte tiene implicaciones muy interesantes porque un estudio realizado por Virginia Tech determinó que las reuniones realmente tienen un efecto nocivo sobre la capacidad individual de razonamiento y solución de problemas.
El equipo de Virginia Tech achaca el fenómeno al hecho de que al estar en un ambiente con más personas nos proponemos mantener el estatus y nos preocupamos por hacer las cosas bien, y esto tiene el efecto contrario al medir el desempeño. Igual ocurre en equipos de trabajo. Vaya paradoja...
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